Por Humberto del Pozo López*
«¿Por qué tan blandos y dispuestos a ceder?», se preguntaba Nietzsche en Así habló Zaratustra. Esta inquietud vuelve a cobrar relevancia ante el ascenso global de líderes como Netanyahu, Trump, Milei y Bolsonaro, quienes canalizan el resentimiento, prometen soluciones simplistas y explotan el miedo colectivo, perfeccionando la crueldad como herramienta de control.
En 2011, aspirábamos a revoluciones en las plazas; para 2025, pareciera que nos conformamos con aplaudir genocidios en directo a través de streaming. ¿Qué sucedió? Sencillo: el neoliberalismo encontró en el Estado Terrorista de Israel el modelo ideal de lo que Rita Segato denomina pedagogía de la crueldad, un sistema que transforma la vida en un objeto desechable. Gaza es, queridos lectores, el aula donde se forman los verdugos del siglo XXI.
Del 15-M al Milei, de Occupy a Netanyahu: El Trauma Colectivo como Negocio
Vincent Bevins nos alertó: las protestas de la década de 2010 no marcaron el inicio de algo nuevo, sino que fueron un preludio de la distopía. Lo que no anticipó es que Israel se establecería como el referente en esta academia del horror, aprovechando lo que Franz Ruppert describe como el trauma de la existencia no deseada, desprotegida ante agresiones y abusos.
Nietzsche señala que lo que realmente nos indigna no es el sufrimiento, sino su falta de sentido. Los líderes autoritarios han perfeccionado la capacidad de convertir el trauma colectivo en un sinsentido dirigido: mientras el mundo clamaba contra la desigualdad, los sionistas dominaban la transformación del hambre en arma de guerra, la sed en tortura y el genocidio en «defensa legítima».
La Espiral Descendente: Israel atrapado entre Trauma y Genocidio
La realidad es innegable: Israel está en una espiral descendente, exponiendo profundas fracturas psicosociales. Una «sociedad mayoritariamente envilecida aprueba la eliminación de vidas y ciudades palestinas» en una escala de crueldad impensable hasta hace poco. El gobierno de Netanyahu, influenciado por la extrema derecha, ha adoptado un discurso genocida que socava las narrativas nacionales históricamente construidas.
Los bombardeos, el asedio y la hambruna en Gaza continúan, mientras que altos funcionarios, como Betzalel Smotrich, ministro de finanzas, articulan planes que desafían abiertamente el derecho internacional: avanzar y ocupar territorios en Gaza, Líbano y Siria, y «expulsar a los enemigos» indefinidamente. ¿Es genocidio? Por supuesto que sí. Y lo alarmante es que cuentan con la aprobación de gran parte del mundo.
Las Fracturas Ideológicas: Una Sociedad Dividida entre Genocidas y Cómplices
La sociedad israelí se fragmenta en dos bandos principales. Por un lado, los colonos y movimientos populistas liderados por figuras como Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, que buscan no solo asentar territorios, sino lograr la rendición del «enemigo» por cualquier medio, incluido el bombardeo de infraestructuras civiles esenciales.
Por el otro, la mayoría de los israelíes que, sin oponerse abiertamente al genocidio, justifican sus acciones bajo el concepto de «seguridad». Esta racionalización se traduce en comentarios como: «no estamos asediando a Gaza; es Hamás quien roba los alimentos» o «en la guerra, siempre hay consecuencias para los inocentes».
¿Ven la perversidad? No hay una oposición auténtica al genocidio; solo un debate sobre cómo ocultarlo mejor. Como señala Rita Segato, esta es la cosificación de la vida llevada al extremo: 2.1 millones de palestinos convertidos en «objetivos militares», «escudos humanos» o incluso «animales», según el lenguaje deshumanizante del régimen sionista.
Sus vidas no valen un shekel en la bolsa de valores de Tel Aviv, porque, como advierte Gabor Maté en El mito de la normalidad, el trauma no resuelto genera terrorismo sistemático.
En el próximo artículo, exploraremos cómo el Estado Terrorista de Israel ha refinado la pedagogía sionista de la crueldad, trasformando el trauma histórico en un manual de deshumanización. Analizaremos las técnicas específicas que han convertido a una sociedad traumatizada en una máquina de genocidio, y cómo este modelo se exporta globalmente como un sistema neoliberal de dominación.
*Magister en Economía (UCL) y Magister en Psicología (UNAM)
Imagen eldiario.es
Con Información de desenfoque.cl