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Julio Farias, cofundador de Zerviz
La evolución tecnológica avanza a un ritmo que muchas empresas no pueden seguir. En un entorno donde la digitalización se ha convertido en una necesidad imperante, la distancia entre grandes y pequeñas empresas en la adopción de herramientas como la inteligencia artificial (IA) se está ampliando, afectando su capacidad competitiva.
Datos recientes sobre la digitalización empresarial en Europa ilustran esta situación, la cual se refleja también en Chile, y los resultados son alarmantes. Mientras las grandes empresas, con más de 250 empleados, han aumentado su inversión en IA en más del 3%, las medianas y pequeñas han disminuido su adopción en casi un 30%. Esto significa que la automatización y optimización de procesos, elementos fundamentales para mejorar la productividad y la atención al cliente, siguen siendo privilegio de empresas con mayores recursos financieros.
El desafío no se encuentra en la falta de interés de las pequeñas y medianas empresas (pymes), sino en los obstáculos que enfrentan para embarcarse en la transformación digital. Según estudios, el 68% de estas empresas citan los costos como la principal barrera, seguidos por la falta de tiempo (61%) y la carencia de conocimientos especializados (61%). En otras palabras, no es solo un tema de inversión, sino también de acceso a herramientas asequibles y capacitación adecuada para implementar efectivamente estas tecnologías.
Este atraso tecnológico repercute directamente en la relación con los clientes. Las grandes empresas que han integrado IA en sus operaciones pueden ofrecer experiencias más personalizadas, agilizar los tiempos de respuesta y mejorar la atención al consumidor mediante chatbots inteligentes, análisis predictivo de comportamiento y automatización de procesos. Por el contrario, las empresas más pequeñas, al carecer de estos recursos, siguen utilizando modelos tradicionales que a menudo generan fricciones y reducen la fidelización del cliente.
Las startups pueden convertirse en el aliado estratégico que las pymes necesitan. Su agilidad para adaptarse y enfocarse en nichos específicos las posiciona como un puente entre la tecnología de vanguardia y las verdaderas necesidades de las pequeñas empresas.
No obstante, el cambio no depende únicamente de la tecnología disponible. La resistencia cultural al cambio sigue siendo un obstáculo relevante. Muchas pymes perciben la IA como un lujo inaccesible en lugar de una inversión estratégica. Aquí, las startups pueden desempeñar un papel educativo, demostrando con ejemplos prácticos cómo la tecnología no solo reduce costos a largo plazo, sino que también las vuelve más ágiles y competitivas en un mercado desafiante.
Para evitar que la brecha digital se convierta en un abismo, es esencial fomentar un ecosistema donde las startups actúen como vínculo entre los grandes y los pequeños. Facilitar alianzas entre estas empresas emergentes y las pymes, mediante incentivos gubernamentales o programas de capacitación, podría ser clave para democratizar la IA. En un mundo en el que la digitalización es vital para la supervivencia, la tecnología debería estar al alcance de todos, no solo de unos pocos.
Con Información de desenfoque.cl