La UAF establece un plazo para la implementación de programas de cumplimiento antes de junio

Por Gabriela Herra, cofundadora de Snap Compliance

 

El primero de junio se cierra el plazo para que las empresas se adapten a la nueva normativa de la Unidad de Análisis Financiero (UAF), que exige la actualización e implementación de sistemas de compliance robustos y eficaces. No se trata solo de un cambio administrativo, sino de un giro estratégico que redefine la gestión del riesgo de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y delitos económicos.

Esta regulación obliga a empresas de diversos sectores—como inmobiliarias, automotoras y casas de cambio— a establecer modelos de prevención del delito formalizados, respaldados por políticas, procedimientos y matrices de riesgo actualizadas. No basta con tener un «manual en el escritorio». La nueva exigencia se centra en la operatividad real del sistema, lo que implica demostrar un compromiso efectivo con la prevención, así como contar con mecanismos activos, auditables y alineados con los estándares recientes.

Una de las principales novedades es el fortalecimiento del enfoque basado en riesgo. Las empresas deberán identificar y evaluar sus riesgos específicos, según el tipo de cliente, productos, servicios y canales de distribución, para establecer medidas de mitigación proporcionales. Esto implica dejar atrás modelos genéricos, ya que cada organización debe realizar su propio diagnóstico.

Un aspecto crítico es la designación de un oficial de cumplimiento con atribuciones reales, que reporte directamente a la alta dirección. Este rol debe ser efectivo y no puede ser meramente decorativo o delegado a terceros sin conocimiento del negocio. La persona a cargo debe interactuar con las autoridades, liderar capacitaciones internas, coordinar auditorías y responder ante posibles incumplimientos.

Además, la normativa subraya la necesidad de contar con canales de denuncia confidenciales, realizar monitoreo periódico y presentar reportes oportunos a la UAF. No cumplir con estos requisitos puede resultar en multas millonarias, el cierre de operaciones y daños a la reputación en medios y plataformas regulatorias.

Sin embargo, no todo son amenazas. Esta nueva exigencia se puede ver como una oportunidad para fortalecer la cultura organizacional y mejorar la competitividad. Tener un sistema de compliance sólido genera confianza entre clientes, inversionistas y aliados estratégicos. En un contexto donde la debida diligencia es vital, estar al tanto de las obligaciones normativas es esencial para crecer y mantener el negocio a largo plazo.

En resumen, se hace un llamado a las empresas para actuar de inmediato y no subestimar su impacto. Afortunadamente, aún hay tiempo para implementar mejoras sustanciales, pero el plazo se está agotando. El compliance ha dejado de ser una opción y se ha convertido en una necesidad estratégica, urgente y transversal.

Con Información de desenfoque.cl

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