Argentina, el país que mantiene la mayor deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), se encuentra en proceso de cerrar un nuevo acuerdo que se suma a su extenso y complejo historial con el organismo. En las últimas seis décadas, Argentina ha firmado más de veinte programas, la mayoría de los cuales han fracasado, afectando gravemente el incierto camino de la segunda economía más importante de Sudamérica.
El FMI, creado hace 80 años, incorporó a Argentina como miembro el 20 de septiembre de 1956, y dos años después le otorgó su primer préstamo.
Desde entonces –sin incluir el acuerdo preliminar alcanzado recientemente con el personal técnico del Fondo–, Argentina ha concretado 22 programas formales con el FMI, de acuerdo a los registros del organismo. Sin embargo, algunas fuentes elevan la cifra a 29, al considerar también los acuerdos de facilidades financieras compensatorias.
La intervención del Fondo en la economía argentina es innegable: durante más de la mitad de los últimos 67 años, el país ha estado bajo algún tipo de programa supervisado por el FMI.
Este prolongado historial de acuerdos indica que, en promedio, cada tres años, Argentina ha tenido que recurrir a un nuevo entendimiento con el Fondo, lo que refleja una dependencia estructural y una economía con problemas crónicos.
Factores como una gestión ineficaz, escasa capacidad exportadora, restricciones de acceso a mercados financieros y fuga de capitales han llevado a Argentina a solicitar asistencia financiera del FMI en numerosas ocasiones.
COMPICADA RELACIÓN
La relación con el FMI ha oscilado entre una tensión constante. A lo largo de los años, ha habido episodios de fricción, así como otros períodos –como en la década de 1990 o en la actual «era Milei»– en los que Argentina fue considerada un «buen ejemplo» de apertura económica, según los lineamientos del organismo.
Los ciudadanos argentinos, habituados a estas negociaciones frecuentes, ven cómo los acuerdos suelen traer consigo metas difíciles de alcanzar y condiciones percibidas por muchos como sinónimos de “ajuste salvaje”.
El rol del FMI durante la devastadora crisis de 2001 sigue siendo tema de amplio debate en el país, especialmente entre los seguidores del fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), quien en 2006 decidió liquidar toda la deuda con el Fondo –9.500 millones de dólares– en un pago único para obtener «mayor libertad en la toma de decisiones».
Desde entonces, Argentina se libró de las revisiones anuales del Fondo, hasta que en 2018, ante una grave crisis financiera, volvió a solicitar su ayuda, pidiendo un préstamo récord de 56.300 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron aproximadamente 44.500 millones.
El acuerdo firmado con el entonces presidente Mauricio Macri (2015-2019) no logró cumplir con sus objetivos, y en 2020, bajo la administración de Alberto Fernández (2019-2023), el país inició nuevas negociaciones debido a la imposibilidad de devolver los fondos entre 2022 y 2024.
El gobierno de Fernández logró en marzo de 2022 un acuerdo de facilidades extendidas que permitió reprogramar la deuda adquirida en 2018.
Esa negociación, que expira a fines de 2024, estableció metas estrictas relacionadas con la disciplina fiscal, el acopio de reservas monetarias y el control de la emisión, objetivos que Argentina no siempre pudo cumplir.
NUEVO ENFOQUE Y MÁS DEUDA
La llegada de Javier Milei a la presidencia a finales de 2023 marcó un cambio en la relación con el FMI. El organismo ha reconocido que el plan de ajuste del nuevo gobierno fue incluso más ambicioso que lo requerido en términos fiscales.
A finales de 2024, ambas partes comenzaron a negociar un nuevo acuerdo de facilidades extendidas, con el objetivo de fortalecer las debilitadas reservas del Banco Central y avanzar en la promesa de Milei de eliminar el «cepo», un conjunto de restricciones cambiarias que han obstaculizado durante años la economía argentina.
El nuevo acuerdo, que contempla préstamos por 20.000 millones de dólares, deberá ser aprobado próximamente por el directorio del FMI.
Argentina sigue siendo el país más endeudado ante el Fondo: la deuda vigente, según cifras del propio FMI, asciende a 31.100 millones de derechos especiales de giro, que equivalen a unos 41.350 millones de dólares, lo que representa un 28 % del total de créditos del organismo. Con los nuevos préstamos, esta carga financiera seguirá incrementándose.
Con Información de www.lanacion.cl