Inauguración de una calle en honor a Carlos Lorca

En las últimas semanas, nuestra sociedad ha abordado una nueva dimensión en el debate sobre la memoria en Chile. El recuerdo de las violaciones a los derechos humanos, el asesinato, la detención arbitraria y la represión en los espacios públicos de nuestras ciudades han dejado cicatrices en la comunidad, tanto a nivel local como nacional. Estas situaciones son fundamentales para construir nuestra memoria colectiva, y existe actualmente una intención por parte de algunos grupos políticos de eliminar los homenajes a las víctimas, que actualmente dan nombre a calles, plazas y memoriales en el espacio público.

Este debate, que involucra el espacio común y su mensaje, es de vital importancia para nuestra convivencia democrática y nuestra comprensión de ella. Me gustaría citar al filósofo e historiador búlgaro, nacionalizado francés, Tzvetan Todorov, para aportar a este debate y resaltarlo como un componente clave para la convivencia democrática en un país que ha padecido tanto horror como lo ha hecho Chile.

«Los individuos y los grupos tienen el derecho de saber, y por lo tanto de conocer y dar a conocer su propia historia» (Todorov, 2000). Esta tarea ha sido llevada a cabo por las víctimas, sus familias, y sectores políticos vinculados a la causa de los derechos humanos, todos ellos afectados por la represión durante la dictadura. Esta labor coincide con la etapa de 17 años de dictadura en Chile, caracterizada por una represión estatal intensa y sanguinaria, que resultó en una quiebra y suspensión de la democracia, así como múltiples efectos negativos que aún se sienten en el país.

«Cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo son de naturaleza excepcional o trágica, ese derecho se convierte en un deber: el de recordar, el de testimoniar» (Todorov, 2000). Como se mencionó antes, este deber ha sido cumplido de diversas maneras por estos sectores de la población, por la comunidad internacional, y desde 1990, oficialmente por el Estado de Chile y la sociedad en general, aunque con diversas variantes en su grado de adhesión. Este deber se sostiene en el hecho de que la ruptura institucional y humanitaria de 1973 significó la aniquilación de vidas, la mutilación de cuerpos, el exilio forzado y el fin de la convivencia democrática. El olvido se erige como una amenaza que podría potencialmente recrear el daño, así como desviar nuevamente al pueblo de Chile de su camino histórico hacia la democracia y su expansión para todos.

No se trata de mantener un recuerdo constante del sufrimiento causado por estos hechos ni de destacar la fragilidad de las víctimas ante un Estado que implementó tácticas de terror. Más bien, se busca reivindicar las vidas dedicadas a la justicia social, en aquellos espacios que, hasta hoy, son habitados por personas humildes, tanto nacionales como extranjeras, que luchan diariamente por su subsistencia en condiciones de vulnerabilidad. «El pasado se convierte, por tanto, en principio de acción para el presente […] La memoria ejemplar es potencialmente liberadora» (Todorov, 2000).

En nuestra comuna de Santiago, en el barrio de Matta Sur, ha surgido una controversia en torno al uso indebido por parte de algunos concejales republicanos, que parecen desconocer la historia de la detención ocurrida allí a inicios de 1975. Esto refleja un desinterés de parte de la población actual hacia estos eventos, resultado de fallas en los canales de comunicación que dificultan el reconocimiento del valor democratizante de dicha calle.

Carlos Lorca Tobar fue un joven dirigente socialista y diputado por Valdivia, profundamente comprometido con las causas sociales y la ampliación de la democracia para mejorar la vida de las personas. Su violenta detención en esa parte de nuestra comuna terminó con su desaparición en Villa Grimaldi, donde fue visto por última vez; y a solo unas cuadras, el joven socialista Claudio Venegas Lazzaro fue apresado por agentes de la DINA en septiembre de 1974, permaneciendo desaparecido hasta la fecha.

Las y los socialistas hemos trabajado incansablemente desde el golpe militar hasta hoy para preservar esta memoria y transformarla en un principio de acción que nos impulse a luchar por la liberación del país del régimen dictatorial, y actualmente, para retomar el camino histórico que el pueblo chileno ha elegido, que es la ampliación de la democracia. Recientemente, hemos elegido una nueva Directiva Comunal del Partido Socialista en Santiago, a la cual pertenezco, integrada por militantes con experiencia y trayectoria que han sido ejemplo en la instalación y defensa de hitos de memoria (como el caso de la Plazoleta Carolina Wiff, un logro colectivo coordinado por la integrante electa, Gemy Herrera Allende), así como por jóvenes militantes que aportamos esta experiencia colectiva fusionada con nuestra energía y nuevos conocimientos para contribuir a la dirección y construcción del Partido junto a las comunidades en sus territorios.

«El uso ejemplar… permite utilizar el pasado con miras al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy, y separarse del yo para ir hacia el otro» (Todorov, 2000). Nuestra defensa de la memoria y de nuestros hitos no es una imposición; al contrario, constituye una acción liberadora de las emociones colectivas y nacionales que pertenecen a todo Chile. Es crucial reconocer los errores que se han cometido en la conexión con las comunidades locales, especialmente con las nuevas poblaciones que llegan a nuestros barrios sin un conocimiento de la historia que allí ha tenido lugar, para reubicar el valor nacional e histórico de estos hitos. Recordar es esencial para valorar la importancia de una convivencia saludable, dentro de los márgenes de la democracia, el pluralismo político, y la libertad, evitando discursos de odio y polarización que solo pretenden dividir a la comunidad en lugar de fortalecerla y construirla.

Nuestro Partido comprende su misión histórica de ampliar la democracia en Chile y, por lo tanto, defiende estos hitos con fervor, recordando a quienes están representados en los memoriales y calles. Estos espacios pertenecen a todas las personas que habitan Chile y que diariamente trabajan para construir, juntos, una sociedad mejor.

Con Información de pagina19.cl

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