Chile y el conflicto sin propósito

Por Alejandro Navarro Brain

Alejandro Navarro

La oposición critica al ministro de Justicia, Jaime Gajardo, miembro del Partido Comunista de Chile, por imponer la visión del PC sobre la relación con Venezuela y la posible reanudación de relaciones diplomáticas.

En el ámbito de la diplomacia internacional, volver a poner en funcionamiento las embajadas no se considera una derrota; en muchos casos, significa la recuperación de importantes beneficios que no podrían lograr con la ruptura de relaciones.

A pesar de que las contradicciones en la política exterior chilena persistirán, no solo en relación a Venezuela, sino también con China y Rusia —especialmente con esta última—, no hay justificación para la opción por Ucrania adoptada por el Presidente Boric. La neutralidad representaba una opción más realista, considerando la incertidumbre de la guerra y las implicaciones de no apoyar la paz como principio esencial.

Trump ha calificado a Zelensky de dictador y, sin aviso previo, decidió excluir completamente a la Unión Europea y al propio Zelensky de las negociaciones.

Los acontecimientos globales, aunque nos desagraden, propiciados por Trump, han transformado un mundo unipolar en uno multipolar, donde las tres principales potencias son actualmente: EEUU, Rusia y China.

Ucrania no completará su ingreso a la OTAN; las regiones de Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporiyia han logrado independizarse. Su infraestructura nacional ha sido devastada, su economía está paralizada, y una generación de jóvenes ha muerto en el conflicto, con el futuro de la hegemonía estadounidense en juego, exigiendo minerales y tierras como compensación. Nos encontramos en un punto de no retorno hacia una derrota total tras “La Guerra Inútil”.

Cada vez resulta más complicado e inevitable para Chile mantener una postura de confrontación con Venezuela. El Presidente Maduro ha enfatizado en diversas ocasiones la necesidad de que Conviasa, la aerolínea venezolana, facilite el retorno de ciudadanos que desean regresar a su país, incluidos aquellos a quienes Chile ha expulsado judicialmente.

Hay más de 700,000 ciudadanos venezolanos en Chile que enfrentan dificultades para obtener la documentación necesaria para su desarrollo en el país. Es de esperar que las declaraciones del ministro de Justicia durante su gira por Europa se traduzcan en acciones concretas para restablecer relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Esto dependerá del Gobierno chileno y sus ministros, así como de la actuación de la Fiscalía Nacional, que ha caído inaceptablemente en una labor política que se aleja de su función oficial.

El balance para Chile puede ser menor, aunque representa una «ruptura diplomática inútil» que perjudica los intereses nacionales, sobre todo en la colaboración contra el crimen organizado, que ha proliferado debido a la falta de esfuerzo conjunto entre los dos países. Reconocer a González sería un grave error y continuar como estamos solo empeorará la situación.

El mundo ha cambiado y sus repercusiones también afectan a Chile, determinando su futuro a mediano y largo plazo. Ignorar estos escenarios es un error tanto geopolítico como estratégico. Este proceso no es repentino ni extraordinario, ha estado fortaleciéndose en los últimos años, mientras Chile se da la espalda a esta nueva realidad. Es incomprensible que, siendo China nuestro principal socio comercial, no exista enseñanza del chino mandarín en Chile. Mantenernos solo en el inglés como idioma para el comercio internacional no será sostenible por mucho tiempo; el mismo caso aplica para el ruso.

Además, la Inteligencia Artificial se convierte hoy en lo que fue la Revolución Industrial. Negar esta realidad, o no reconocerla, perjudicará nuestra economía y retrocederá nuestro desarrollo; el mundo continúa cambiando y seguirá haciéndolo. Cuanto más tardemos en entenderlo, más contradicciones enfrentaremos. Es crucial ajustar nuestra política internacional antes de que sea demasiado tarde.

Es momento de pasar de haber apoyado una guerra inútil a rechazar una ruptura diplomática sin sentido.

Por Alejandro Navarro Brain

Ex senador

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Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no reflejan necesariamente las de El Ciudadano.

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Con Información de www.elciudadano.com

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