Trump se declara líder global.

Un fenómeno difícil de entender está sucediendo en nuestro mundo. En medio de una crisis climática, tras una prolongada y trágica pandemia mundial, y en el contexto de violentos conflictos en Ucrania, Gaza y el Congo, un individuo de la oligarquía estadounidense, cuestionado por cargos criminales, triunfa en las elecciones del país más poderoso del planeta con una narrativa engañosa. Este personaje, que se presenta como un negociante excepcional, afirma tener la clave para detener las guerras y promete que América volverá a ser grande, proponiendo la expansión de fronteras y la expulsión de indocumentados, a quienes Trump despectivamente califica como ‘basura humana’.

La alienación masiva también afecta a diversos líderes en América Latina, quienes parecen dispuestos a seguir las instrucciones y comportamientos de Trump. No es necesario mencionar sus nombres, ya que son individuos atrapados en las mismas debilidades y en una ideología renovada que destila odio y busca expandir su control global.

Sin embargo, la crisis en Estados Unidos es evidente. Aunque pocos la reconozcan como irreversible, especialmente aquellos que se ven a sí mismos como sus salvadores, la realidad se impone. La expansión del capital global, el crecimiento económico y tecnológico en otros territorios, el ascenso de China como potencia económica y en tecnología avanzada, la pérdida de empleo en EE. UU., la inflación y los déficits comerciales, así como la creciente deuda pública, son solo algunos de los elementos de una crisis que empuja a Trump a adoptar una postura regresiva, limitando la operación del mercado y orientando las inversiones a donde puedan ser más rentables.

Aumentar aranceles se ha vuelto una prioridad, al igual que reducir el gasto público y participar en la industria bélica, no para promover la paz. Busca controlar tecnologías digitales, la inteligencia artificial y la computación cuántica como instrumentos de poder, y también visualiza la conquista de Marte como una oportunidad para el turismo espacial, en la cual Musk juega un papel clave bajo el entusiasmo de Trump.

Señales inquietantes

Son numerosas las indicaciones que sugieren la necesidad de impedir la continuidad del liderazgo de Trump. Cada día se presentan nuevos episodios o anuncios en los que intenta mostrar su capacidad para resolver problemas contemporáneos. No obstante, las dudas sobre su relato presuntamente humanitario y pragmático revelan graves falencias y consecuencias perjudiciales para la humanidad. A continuación, analizamos algunos aspectos que Trump omite y que es preciso exponer.

  • Ignorar principios esenciales de respeto hacia la soberanía de otros países. Su intención de anexar naciones, de adquirir territorios, de amenazar con el uso de la fuerza para apoderarse de rutas estratégicas y ofrecer ‘paz’ a cambio del control de recursos evidencian una grave falta de respeto hacia la soberanía nacional.
  • Imponer un nuevo orden económico global en contra de la OMC y los tratados de libre comercio. Mientras que alguna vez la libertad económica y el desarrollo del comercio internacional llevaron a la eliminación de aranceles, Trump ahora impone tarifas como castigo por el consumo de drogas dentro de su país.
  • Desestimar el marco jurídico internacional establecido por la ONU y el Tribunal Internacional de Justicia. Trump ignora la autoridad de estas instituciones mientras intenta expandir su dominio sin restricciones administrativas.
  • Colocar al planeta en una situación crítica de incertidumbre. A pesar de su aparente poder, busca paralizar las entidades de derecho que protegen los intereses de todos los países y ciudadanos a nivel global.
  • Utilizar la fuerza militar de EE. UU. para amenazar a otras naciones. Este nuevo emperador se siente libre de intimidar a los países si no cumplen con sus demandas, ignorando argumentos basados en el derecho internacional y la soberanía.
  • Desatender el cambio climático, retrocediendo en los esfuerzos por mitigar sus efectos. Su propuesta de regresar al uso intensivo del petróleo es indicativa de su desesperación por recuperar el liderazgo económico perdido.
  • Retraer la solidaridad para proporcionar recursos en áreas de salud, pobreza y justicia. La salida de EE. UU. de importantes agencias de la ONU muestra una disminución en sus recursos, que impacta en su creciente deuda pública.
  • Minimizar la importancia de los derechos humanos. Trump ha hecho de la migración un tema de campaña, aludiendo a los indocumentados como una causa de los problemas en su país.
  • Buscar anexar o adquirir territorios de otros países, con un enfoque en el control de vitales recursos estratégicos y rutas de comercio.
  • Promover un mesianismo excluyente que menosprecia a los menos favorecidos y a diversas etnias. Tanto Trump como Netanyahu presentan esta narrativa mesiánica, sintiéndose exentos de culpabilidades debido a su percepción de ser ‘elegidos’ para liderar.
  • Impulsar la gobernanza de una oligarquía tecnocrática. Trump delega su proyecto más ambicioso a Musk, moderando el gobierno de manera que facilite los intereses de una élite relacionada con las tecnologías y las comunicaciones digitales.
  • Permitir que sus aliados accedan a información exclusiva para sus negocios. Esto despoja al estado de los intereses colectivos en favor de los beneficios individuales de la oligarquía.
  • Instigar una profunda división tanto dentro de EE. UU. como en el mundo, impidiendo la paz. Su estilo evoca la figura de dictadores a los que admira, empleando tácticas ingeniosas que socavan valores fundamentales y derechos humanos.
  • Encaminar al planeta hacia una confrontación mediante el establecimiento de un régimen neonazi.

El caos solo aumentará en ausencia de regulaciones y normas compartidas. La entropía es el estado ideal para las oligarquías convencidas de que su poder es superior, ya sea sobre mercados, naciones o instituciones.

Si se suma la falta de autoridad moral para convertirse en un líder global, el camino es el mismo que llevaron Hitler, Mussolini, Stalin, y Pinochet.

  • Adoptar un papel dominante en la resolución de conflictos globales.

El arquitecto predilecto de Trump es Musk, quien se posiciona como líder en inteligencia artificial y pionero de la computación cuántica y la exploración espacial.

La oligarquía tecnocrática, compuesta por los multimillonarios del mundo, advierte que la inteligencia artificial podría tomar decisiones más acertadas que los humanos. El dominio científico de esta oligarquía representa un grave riesgo para la humanidad si logra obtener el control político, apoyándose en figuras como Trump.

  • Trump promete terminar con las guerras, pero a cambio, busca administrar y explotar territorios en disputa. Este enfoque se orienta a modificar el mapa geopolítico sin la intervención de la ONU, buscando establecer diálogos directos con dictadores para enterrar décadas de esfuerzo en defensa de la soberanía y la democracia.

No obstante, Trump no concluye su discurso monárquico sin hacer su grandiosa oferta de finalizar los conflictos armados. Sin contemplaciones, declara una guerra comercial que podría ser devastadora globalmente, generando inflación y desempleo a medida que impone aranceles a las importaciones, ignorando acuerdos comerciales y normas económicas establecidas a lo largo de los años.

Los procesos económico-sociales son de larga duración, y el sistema político y económico mundial necesita cooperación más que competencia en estos tiempos de crisis global.

El planeta requiere líderes, no dictadores. La historia nos muestra con crudeza los resultados de dictaduras y el colapso de democracias.

Estamos presenciando uno de los episodios más ominosos y vergonzosos de la historia contemporánea. En pleno siglo XXI, Trump se autoproclama como monarca o emperador del planeta, una amenaza ante la cual parece no haber poder capaz de hacer frente.

Con Información de pagina19.cl

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