El aire está altamente contaminado y tengo que trabajar aquí todos los días, lo que impacta nuestra salud», comentó Abiba Alhassan, una madre de cuatro hijos que trabaja cerca de un área incendiada clasificando botellas de plástico usadas. El humo tóxico también afecta su salud, dificultándole la respiración y sintiéndose mal.
Según un informe de la ONU, los desechos electrónicos representan el flujo de residuos de más rápido crecimiento a nivel mundial, con 62 millones de toneladas generadas en 2022, un aumento del 82% desde 2010. Este aumento se debe a la digitalización de nuestras sociedades, impulsada por dispositivos como teléfonos inteligentes, computadoras y sistemas electrónicos en automóviles.
Las entregas anuales de teléfonos inteligentes se han más que duplicado desde 2010, alcanzando los 1.200 millones en 2023, según otro informe de la ONU. Esta situación ha llevado a que solo se recicle alrededor del 15% de los desechos electrónicos a nivel global, lo que ha provocado que empresas sin escrúpulos se deshagan de los desechos de forma inapropiada.
Los desechos electrónicos, que son ahora el tipo de artículo confiscado más común a nivel mundial, son difíciles de reciclar debido a su composición compleja que incluye sustancias químicas tóxicas, metales y plásticos difíciles de separar y reciclar. A pesar de esta problemática, los países desarrollados no cuentan con una infraestructura adecuada para gestionar estos desechos.
Las autoridades portuarias han descubierto métodos sofisticados de tráfico de desechos electrónicos, con traficantes que declaran incorrectamente y ocultan estos desechos para exportarlos ilegalmente. A pesar de los esfuerzos por detener este tráfico, muchos países siguen siendo destinos importantes para estos desechos, lo que representa un riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente.
Se estima que millones de mujeres y niños trabajadores en el reciclaje informal de desechos electrónicos están en riesgo debido a la exposición a sustancias tóxicas como el plomo. Con la implementación del Convenio de Basilea a partir de 2025, se espera cerrar algunas de las brechas utilizadas por los traficantes para exportar estos desechos a nivel global.
A pesar de los esfuerzos por detener el tráfico de desechos electrónicos, la situación sigue empeorando en lugares como el vertedero de Agbogbloshie en Ghana, donde Abiba y otros trabajan en condiciones peligrosas para sobrevivir. Aunque las autoridades han tomado medidas, los traficantes continúan evadiendo la ley y beneficiándose de este negocio ilegal.
En resumen, la chatarra electrónica representa una amenaza grave para la salud y el medio ambiente a nivel internacional, siendo explotada por organizaciones criminales con métodos sofisticados de tráfico y evasión de la ley.
Con Información de chilelindo.org