Especialistas del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) examinan el terremoto del 28 de marzo en el continente asiático y analizan las causas de los daños colaterales, como el colapso de edificios y la vulnerabilidad de las personas durante esta catástrofe.
El sudeste asiático fue golpeado por un fuerte terremoto de magnitud 7.7 en la falla de Sagaing, en Myanmar, con el epicentro situado cerca de la ciudad de Mandalay. Este temblor, registrado a 10 km de profundidad, provocó una serie de réplicas, incluida una de magnitud 6.4. Según Gabriel González, investigador principal de CIGIDEN y académico del Departamento de Ciencias Geológicas de la UCN, se trata de una falla de rumbo con desplazamientos horizontales, lo que la convierte en una fuente de actividad sísmica frecuente en la zona.
«La falla de Sagaing es una estructura tectónica importante, relacionada con la colisión entre las placas de India y Euroasiática. Su movimiento es de aproximadamente 3 cm por año, así que un terremoto de 7.7 indica una ruptura considerable», comentó González.
Los primeros informes revelan colapsos de edificios, puentes dañados y un alto número de víctimas fatales. La intensidad del sismo alcanzó el nivel IX en la escala de Mercalli, lo que indica un movimiento violento en el epicentro. Otro factor de riesgo señalado por los expertos es la licuefacción del suelo, un fenómeno donde los sedimentos saturados de agua pierden estabilidad, lo que puede multiplicar los daños estructurales. «Más de 10,000 km² podrían haber sido impactados por este fenómeno», advirtió González.
Por su parte, Jorge Crempien, investigador de CIGIDEN y académico del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, destacó un aspecto crucial de este terremoto: su naturaleza bilateral. «La ruptura se extendió en dos direcciones, norte y sur, fracturando alrededor de 200 km de la falla. Esto generó aceleraciones sísmicas extremas que podrían haber llegado hasta el 200% de la aceleración de la gravedad, intensificando el impacto en la infraestructura crítica», explicó.
Colapsos y daños estructurales
La investigadora CIGIDEN y académica del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, Rosita Jünemann, explicó que los daños en la infraestructura durante un sismo dependen de diversos factores, como la amenaza sísmica y las características del terreno. En el caso del terremoto en Myanmar, su poca profundidad permitió que las ondas sísmicas conservaran más energía al llegar a la superficie, generando crisis sísmicas de alta intensidad. «Los colapsos suelen ser el resultado de múltiples factores, incluida la propia amenaza, las condiciones del sitio y la vulnerabilidad estructural», indicó Jünemann. Asimismo, destacó que en Chile los terremotos suelen ocurrir a mayores profundidades, lo que contribuye a mitigar la energía antes de que impacte sobre las edificaciones. También subrayó la relevancia de la normativa sismorresistente en Chile, que busca prevenir el colapso durante sismos severos.
Al comparar con Chile, resaltó que la experiencia y la regulación han permitido la creación de construcciones más seguras. «Chile, debido a su alta frecuencia sísmica, funciona como un laboratorio natural que nos permite mejorar constantemente nuestras normas», agregó, subrayando que «este evento nos enseña sobre la necesidad de reforzar la seguridad de los elementos no estructurales para reducir los riesgos en futuras emergencias», concluyó.
Este incidente confirma la intensa actividad tectónica de la región y subraya la necesidad de fortalecer las medidas de prevención y resiliencia ante futuros sismos.
Artículo elaborado por CIGIDEN
Nota Desenfoque: Informes indican que hay más de 700 muertos en ambos países afectados por el terremoto y sus réplicas.
Con Información de desenfoque.cl