Rodolfo Seguel: Un activista comprometido con su causa.

¿Es acaso casualidad, destino o la fuerza de los eventos? Cada vez con menos frecuencia, emergen líderes y lideresas que dejan huellas imborrables en sus naciones y más allá de sus fronteras. Con carisma y surgidos de la nada, son personas que marcan la historia, aunque muchas veces son intencionadamente olvidadas.

Dirigentes honestos y, sobre todo, transparentes, se presentan ante su gente para ganar su confianza absoluta. Ser auténticos, sin dobleces ni evasivas, es crucial en sus decisiones más importantes.

No buscó protagonismo, asumió un rol de liderazgo significativo a una edad temprana, guiado por la educación que brinda la vida, una experiencia que supera cualquier título profesional.

Seguel comienza su trayectoria laboral como obrero en el mineral de Codelco en Coya (1974). Pronto se traslada al laboratorio químico, donde tiene mejores condiciones de trabajo y contacto cercano con sus compañeros. Los diferentes roles que desempeña le permiten conocer y comprender las dificultades del trabajo en la mina. A los 22 años, es elegido presidente del sindicato “El Teniente” en Rancagua con una abrumadora mayoría.

Emilio Torres, máximo dirigente de los trabajadores del cobre, no puede repostularse por no reinscribir la institución sindical según las leyes laborales del régimen. Sin embargo, es elegido presidente de la Confederación Nacional del Cobre con 11 votos frente a 4 de los dirigentes que apoyaban la dictadura de Augusto Pinochet.

El destino le depara una serie de sorpresas, algunas difíciles y otras amargas, pero ninguna logra doblegar su carácter indomable. Junto al sindicalismo, la ciudadanía chilena comienza a despertar del letargo.

Ante la persecución y la injusticia que viven los trabajadores, con una tasa de cesantía superior al 40%, un indignante subempleo, la explotación inhumana y el despojo de empresas públicas, la vida se torna insoportable; muchos compatriotas se ven obligados a emigrar a otras naciones.

Surge una rebelión instantánea. El joven líder se dirige a sus bases y les dice: basta de tanto oprobio. No más persecuciones, no más detenciones, no más venganza contra los campesinos. No más violaciones de derechos humanos. No lo permitamos ni un día más, en memoria de nuestros hijos y de nuestras conciencias.

En mayo de 1983, convoca a un primer paro nacional en la casa de retiro en Punta de Tralca, organizado con el apoyo del Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien siempre respaldó el sindicalismo libre. Ciento veinte dirigentes de la Confederación apoyan la moción, un enfrentamiento inédito contra el poder total.

Con el objetivo de evitar un baño de sangre por represalias, se transforma en una gran Protesta Nacional, con una manifestación multitudinaria y arriesgada para la vida y la libertad. La respuesta del régimen es violenta y despiadada; a partir de ese momento, su vida cambia drásticamente, inmerso en la lucha.

Convertido en un líder innato, organiza a la base social: sindicatos, juntas de vecinos, estudiantes secundarios y universitarios, profesionales y pobladores, con la colaboración de la Iglesia. La gente comienza a exigir sus derechos civiles, demandando elecciones libres, justicia social y paz nacional.

Fue nominado al Premio Nobel de la Paz, junto a Lech Walesa, de Polonia, quien luchaba contra la dictadura comunista. Desistió de la importante nominación, mostrando su generosidad habitual.

La Democracia Cristiana, su partido, le propone candidatarse a diputado, siendo elegido durante cuatro periodos, siempre en la comisión de Trabajo y Minería, legislando en favor de sus compañeros trabajadores. Fiel a sus principios, se mantiene leal al sostenimiento de una democracia recién recuperada, frágil e inestable.

Rodolfo, amigo, si las veces que Pinochet te encarceló no pudieron doblegarte, la enfermedad que te afecta jamás lo hará. ¡Fuerza, estamos contigo!

Con Información de desenfoque.cl

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