
Periodista y editora internacional.
Las recientes conversaciones en Riad entre Rusia y Estados Unidos han señalado un cambio significativo en el conflicto ucraniano y en la reconfiguración del orden mundial. En un contexto que excluye tanto a Europa como a Ucrania, ambas potencias han comenzado a dar pasos hacia un posible acuerdo de paz, lo que evidencia un realineamiento de intereses geopolíticos que tendrá repercusiones en la seguridad global.
Un alto al fuego sin la participación de Kiev ni Bruselas
La propuesta de un plan de paz en tres fases -alto al fuego, elecciones en Ucrania y un acuerdo definitivo- demuestra la intención de ambas naciones de cerrar un capítulo que ha agotado sus recursos y su influencia global. No obstante, la exclusión de la Unión Europea y del gobierno de Volodymyr Zelensky -considerado como tal por el Kremlin- de la mesa de negociaciones refuerza la percepción de que Washington está abandonando a Europa y a la OTAN, y genera dudas sobre la viabilidad de un acuerdo sin la participación del principal afectado: Ucrania.
El contexto político que rodea esta decisión es claro. Rusia y Estados Unidos buscan avanzar sin la rigidez del eje Kiev-Bruselas, que ha insistido en no aceptar concesiones territoriales que comprometan la seguridad de la región. Para Moscú, esto representa una oportunidad para afianzar su control en el Donbás y otras áreas ocupadas, mientras que Washington podría estar buscando una salida que minimice los costos estratégicos y económicos de su apoyo militar a Ucrania.
¿Qué impacto tiene una Europa divida?
La respuesta de Europa ha sido reveladora. La reunión de emergencia en París, convocada tras el anuncio de las negociaciones en Riad, no solo evidenció la falta de cohesión dentro de la Unión Europea, sino que también destacó la carencia de un liderazgo continental capaz de articular una posición conjunta que beneficie a todos. La discusión sobre el envío de tropas y el aumento del presupuesto destinado a Ucrania generó profundos desacuerdos internos, debilitando a una Europa que nuevamente parece condenada a reaccionar y depender de otras potencias globales.
Esta exclusión es un claro indicativo de la dependencia estratégica de Europa respecto a Estados Unidos. Si Washington avanza en un acuerdo con Moscú sin considerar a Bruselas, la UE se verá relegada a un papel secundario en un conflicto que ha definido su política de seguridad y defensa en los últimos años y su relación con el resto del mundo, incluyendo a Chile.
Un nuevo equilibrio global
Las negociaciones en Riad también podrían dar lugar a un descongelamiento en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. La discusión sobre inversiones, la posible reducción de sanciones y la reapertura de embajadas son signos de un pragmatismo que podría señalar el inicio de una nueva fase en la diplomacia entre estas naciones. De concretarse este acercamiento, las repercusiones podrían ir más allá del conflicto ucraniano, alterando la estructura de seguridad global y desafiando el actual sistema de alianzas.
Para América Latina y, en particular, para nuestro país, estas negociaciones subrayan el carácter dinámico de la política internacional. La formación de un nuevo equilibrio global podría redefinir el papel de los actores intermedios en el sistema internacional, abriendo tanto oportunidades como desafíos en términos de política exterior y seguridad.
En resumen, lo acontecido en Riad no solo es un hito en la crisis ucraniana, sino también un indicativo de una transformación geopolítica más amplia. El desenlace de este proceso dependerá de la capacidad de los actores involucrados para establecer acuerdos y de la respuesta de aquellos que han sido excluidos, quienes podrían intentar influir en la negociación o, de lo contrario, quedar al margen en la definición del nuevo orden internacional.
Relacionado
Con Información de pagina19.cl