Reflexiones sobre la gratitud: ¿A quién y qué aspectos de tu vida valoras?

En la sociedad actual predomina el individualismo. Hay personas que sienten que no deben nada a nadie, completamente ensimismadas, autosuficientes, ególatras y desagradecidas. La carencia de empatía, gratitud y reconocimiento se traduce en soberbia y tiene causas evidentes: ignorancia, fanatismo y ambición desmedida.

Estamos en el mundo gracias a otros; somos el resultado del amor… o de la pasión, de un impulso racional… o emocional, de decisiones… o consecuencias. A lo largo de nuestra vida, esto no cambia demasiado. Muchos creen que son el producto de sus propios méritos, pero en realidad, solo una pequeña parte de nuestro ser se debe a nuestro esfuerzo y dedicación. Numerosas personas nos han apoyado en nuestra travesía. Somos lo que somos gracias a la intersección entre altruismo y egoísmo, entre lo individual y lo colectivo, entre la bondad y la soberbia.

Durante mis momentos de introspección espiritual, me pregunto: ¿De qué y a quiénes debo gratitud? ¿Cuál es mi emoción más dominante? Y mi respuesta es clara: gratitud. Ese sentimiento de reconocimiento por lo que hemos recibido, por las cosas buenas. Es una emoción positiva que implica valorar lo que la vida nos ofrece, un estado de gracia que se encuentra en el corazón de la religión y la filosofía ética. ¿Has experimentado alguna vez ese estado de gracia?

La gratitud nace de un nivel de conciencia elevado, de la caridad (del latín *caritas*: amor al prójimo, amor a la humanidad), un estado de misericordia y maestría interior, la luz divina que guía nuestra espiritualidad. La caridad es la acción del bien, la corrección fraterna, la benevolencia, la reciprocidad, la amistad y una generosa comunión. La gratitud trae alegría y paz, permitiéndonos ser conscientes de las bondades de la vida. Nos apoya en la búsqueda de la felicidad y el optimismo, fomentando la empatía y la sociabilidad, además de ayudarnos a gestionar emociones negativas como la envidia, la depresión y el estrés; contribuye a una vida más saludable, a un mejor descanso, a nuestra inmunidad y resiliencia, así como a una mayor autoestima y esperanza.

Hay tanto y a tantos a quienes agradecer, desde lo sencillo hasta lo complejo, desde lo pequeño hasta lo grande, tantas cosas que a menudo damos por hecho: a nuestros padres por darnos la vida, a la familia, a los amigos, a la educación, a la salud; agradecer por la comida, el agua, la amistad, el consuelo y la fraternidad. Honremos los dones de la vida y a todas esas personas altruistas a quienes debemos gratitud. Practiquemos la gracia hacia otros y hacia todo lo que nos rodea, tanto en nuestro discurso como en nuestra oración.

¿A quién le agradeces? ¿Qué es lo que agradeces? Le pido al Gran Hacedor, a la Fuerza Primigenia, a Dios, que nos inspire a sentir una gratitud universal hacia aquellos que irradian amor altruista. Que bendigamos a quienes nos otorgan su gracia con ese amor crístico que representa: fraternidad, comunidad y unidad. A ti, lector, te envío mis bendiciones, deseándote una elevación de conciencia y una espiritualidad fructífera. ¡Que así sea para todos nosotros!

 

La imagen ha sido tomada de aishlatino.com

Con Información de desenfoque.cl

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