El ámbito social y educativo demanda de manera urgente inversiones en Innovación Social, Gestión de Valores Relacionales, Clima Emocional, Salud Mental y Cultura de Paz. La creciente violencia en el entorno educativo no es un problema exclusivo de la educación; por el contrario, es un fenómeno que va más allá. Las comunidades educativas son víctimas (y espejo) de un sistema socio-cultural anómico que está debilitado en sus valores. Este sistema se enfoca en los derechos de manera garantista, pero muestra debilidad en la responsabilidad y carece de límites éticos, lo que ha llevado a que la violencia y la falta de respeto, tanto interpersonal como institucional, se normalicen. Este es un triste legado que dejamos a las futuras generaciones. A su vez, en la sociedad se propagan la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico, que atacan el tejido social e institucional como un cáncer en metástasis.
A pesar de que amplios sectores muestran resiliencia, no podemos ignorar que el mal avanza y que la institucionalidad es ineficaz para frenar la degradación y la violencia. Lo que es malo se ha vuelto cotidiano, sin una contención estructural. Chile se está convirtiendo en un emergente corredor continental del narcotráfico; esta cultura se consolidará o se detendrá según actuemos de manera consciente (realismo) y con valores (conciencia).
Existen múltiples factores culturales, políticos y sociales que desencadenan un proceso de degradación valórica y descomposición social, los cuales debemos abordar con urgencia desde un enfoque multi y transdisciplinario: eco-ético-sico-sistémico-relacional. Esto se hará priorizando las intervenciones adecuadas; algunos requerirán atención clínica (psicológica y psiquiátrica), mientras que otros podrán necesitar el ámbito judicial.
Es esencial abordar la violencia social y escolar desde una visión integral, involucrando tanto al sector público como al privado, antes de que sea demasiado tarde. Es necesario gestionar todos los activos del Desarrollo Humano. Este desafío es estructural e institucional, y requiere liderazgo de excelencia, estrategias colaborativas y una cultura de paz. A nivel nacional, se debe regular el contenido violento en los medios de comunicación y redes sociales, así como impulsar políticas públicas inclusivas, apoyadas por una justicia que cumpla su rol.
A nivel nacional, necesitamos autoridades y líderes que tengan plena conciencia y sensibilidad ante estas urgencias, implementando soluciones adecuadas: programas de educación socioemocional; promoción de una cultura de paz; fomentar la participación familiar en la vida escolar; crear espacios seguros para la comunidad; y brindar atención psicológica y social, así como mediación para la resolución de conflictos. En este camino, las municipalidades y Gobiernos Regionales juegan un papel fundamental.
Estamos en alerta ante el bullying en el ámbito escolar. Necesitamos enfrentar la violencia, promover valores de respeto, tolerancia y diversidad, y fortalecer las redes de apoyo, llamando a liderazgos colaborativos y con sentido social para ayudar a la educación. Los problemas complejos no tienen soluciones simples; requieren que todos actuemos con unidad, coordinación y excelencia. Esperamos que pronto esta conciencia social se propague, porque para que el mal no triunfe, el bien debe actuar. ¡Así sea!
Carlos Cantero es Geógrafo y Doctor en Sociología.
Con Información de desenfoque.cl