Placer versus Felicidad: Un análisis crítico.

El placer es satisfactorio, pero es solo un momento efímero. En nuestra sociedad actual, marcada por la inmediatez, confundimos el placer con la verdadera felicidad. Las redes sociales son un claro ejemplo de esto, ofreciendo gratificaciones instantáneas: un «me gusta», un comentario, o una notificación que nos da una sensación momentánea de bienestar gracias a la dopamina.

La dopamina, un neurotransmisor que se libera con cada recompensa inmediata, produce un efecto fugaz. En contraste, la felicidad es un estado profundo y duradero que se basa en el autoconocimiento y la cooperación con los demás.

La reciente muerte de José “Pepe” Mujica ha inundado las redes sociales y los medios con sus célebres reflexiones sobre estos temas. En la Fundación Semilla, valoramos esta atención mediática porque respalda nuestro trabajo de 20 años con jóvenes y educadores en el ámbito de la educación socioemocional. A través de metodologías lúdico-participativas, buscamos mejorar la convivencia fomentando habilidades para gestionar emociones, establecer relaciones saludables y contribuir a una identidad sólida y auténtica.

Queremos resaltar algunas de las frases memorables de José «Pepe» Mujica: «Triunfar en la vida no es ganar, triunfar es levantarse y volver a empezar después de cada caída.» «Pobres son aquellos que siempre quieren más y nunca se sienten satisfechos, ellos se encuentran en una carrera interminable. “La vida y el tiempo no se compran en el supermercado.”

En este marco, el legado de Mujica y el trabajo de la Fundación Semilla comparten un mensaje claro: la auténtica felicidad y el bienestar emocional se encuentran en la autenticidad, la solidaridad y el compromiso con causas que trascienden el interés personal. Mujica lo ejemplificó y nosotros, en la Fundación Semilla, promovemos que la educación socioemocional sea un pilar fundamental del currículo educativo: “La escuela debe ser un espacio donde los estudiantes aprendan no solo conocimientos básicos, sino también a gestionar sus emociones y a relacionarse de manera positiva con los demás.”

La felicidad es un objetivo posible y un reto para los sistemas educativos y la sociedad en general. Sin embargo, este camino no es sencillo debido a la cantidad de distracciones existentes. Es crucial que enfoquemos nuestros esfuerzos en valorar el tiempo, permitiendo que los estudiantes reflexionen sobre quienes son, qué les apasiona y cuáles son los valores que forjan su identidad. Debemos fomentar relaciones profundas y apreciar la diversidad, buscando un sentido de vida que contribuya al bienestar de los demás. También es vital valorar las caídas y aprender a levantarse, perseverando en el camino elegido.

Es un buen momento para reevaluar nuestras prioridades: poner menos énfasis en los placeres efímeros y más en la felicidad que surge de una conexión auténtica con nosotros mismos y con los demás.

Con Información de www.elperiodista.cl

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