Por Andrés Gómez, CEO de Rex+
En el actual ecosistema empresarial, marcado por su dinamismo y constante transformación, garantizar la estabilidad financiera se ha vuelto un reto esencial para las empresas que desean perdurar en el tiempo. La reciente tendencia de startups que, después de alcanzar valoraciones millonarias en plazos breves, concluyen enfrentando quiebras notorias, nos ofrece una valiosa enseñanza: el crecimiento sostenible y la seguridad financiera son bases fundamentales para la longevidad de cualquier organización.
Las startups, sobre todo en el sector tecnológico, suelen seguir dos caminos principales de financiamiento: el crecimiento orgánico a través de capital propio y el crecimiento acelerado mediante rondas de financiamiento de capital de riesgo. Cada modelo presenta sus ventajas y desafíos, pero es crucial entender los riesgos que conllevan.
El crecimiento orgánico, financiado principalmente con recursos generados internamente, permite avanzar de manera gradual, controlando la expansión y asegurando que cada paso esté respaldado por fundamentos sólidos, sin sacrificar oportunidades de crecimiento acelerado. Este enfoque promueve una mayor disciplina financiera, reduce el riesgo de endeudamiento excesivo y preserva la independencia de los fundadores.
En contraste, el financiamiento a través de capital de riesgo puede propiciar un crecimiento rápido, pero implica riesgos considerables, como la presión por obtener retornos inmediatos y la dependencia de nuevas rondas de financiamiento.
Para alcanzar la estabilidad financiera, las empresas deben desarrollar un plan de acción claro y escalonado que permita anticipar escenarios, asignar recursos de manera eficiente y evitar decisiones apresuradas. Un plan estratégico bien elaborado garantiza que cada paso hacia el crecimiento sea reflexionado y sostenible, minimizando riesgos y fortaleciendo la resiliencia del negocio.
La historia reciente ha evidenciado que algunas startups, a pesar de recibir inversiones multimillonarias, no lograron alcanzar la sostenibilidad, mientras que aquellas que optaron por un crecimiento orgánico demostraron mayor resiliencia ante crisis y cambios del mercado.
Asegurar la estabilidad no solo requiere una buena gestión de recursos, sino también un plan que guíe cada decisión. Un crecimiento sostenible, basado en fundamentos sólidos y un plan de acción bien estructurado, garantiza la supervivencia, la capacidad de innovar y la confianza para enfrentar desafíos. La seguridad financiera es un elemento indispensable para un futuro sólido y exitoso, especialmente en la industria tecnológica, donde los precios tienden a bajar a mediano plazo a medida que el costo de producción de una unidad adicional se aproxima a cero.
Con Información de desenfoque.cl