Una invasión que pone en peligro el ecosistema marino de la Patagonia
La anémona invasora Metridium senile, procedente del Atlántico Norte, está impactando de forma silenciosa los ecosistemas marinos de la Patagonia chilena. Especies nativas como los erizos rojos (Loxechinus albus) y los picorocos (Austromegabalanus psittacus), esenciales para la biodiversidad y la economía local, están siendo desplazadas por esta anémona, cuya propagación ha sido favorecida en gran medida por la acuicultura sin regulación.
Recientemente, este fenómeno fue documentado por una expedición de Filantropía Cortés Solari a través de su Fundación MERI en la reserva marina Melimoyu, en la Patagonia Norte (Región de Aysén). Según el investigador Alejandro Pérez Matus, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la situación es alarmante: «Actualmente, esta anémona ocupa vastas áreas del sustrato bentónico, desplazando especies de gran interés comercial como el erizo rojo. En algunos lugares, casi el 100% del fondo rocoso está cubierto, siendo especialmente abundante entre los 5 y 15 metros de profundidad en este canal. Esto causa un impacto grave en las comunidades bentónicas y transforma hábitats que antes estaban dominados por invertebrados nativos», afirmó.

La llegada de la anémona no solo transforma los hábitats marinos, sino que pone en riesgo la estabilidad de comunidades bentónicas completas. Gracias a su capacidad de reproducción asexual y su resistencia a varias condiciones ambientales, esta especie puede colonizar rápidamente nuevos espacios.
Acuicultura: un actor en la expansión
Un factor crucial que ha fomentado la propagación de la anémona es la falta de regulaciones estrictas en el ámbito de la acuicultura, especialmente en el transporte y la cosecha de choritos (Mytilus chilensis).
Pérez Matus explica que el transporte de choritos ha facilitado la expansión de Metridium senile, proporcionando caminos para su dispersión y dejando sustratos disponibles una vez cosechados los bivalvos. Asimismo, cambios ambientales globales, como el aumento de la temperatura y la disminución del oxígeno disuelto, pueden estar creando condiciones más propicias para su asentamiento.
“Es fundamental implementar planes de monitoreo y regulaciones en el sector acuícola para frenar su propagación y mitigar su impacto en la biodiversidad marina de la Patagonia”, enfatiza el investigador, quien lideró la expedición.

Consecuencias ecológicas: un ecosistema en peligro
Los ecosistemas de los fiordos patagónicos son especialmente susceptibles a la aparición de especies invasoras. La anémona Metridium senile, que tolera bien las variaciones en temperatura, salinidad y oxígeno, ha encontrado en estos ambientes el terreno ideal para su proliferación.
Las consecuencias son devastadoras:
- Desplazamiento de especies nativas como corales y esponjas.
- Pérdida de biodiversidad y transformación de los hábitats marinos.
- Afectación a las comunidades locales que dependen de especies comerciales como el erizo y el picoroco.
“Su capacidad reproductiva y adaptación a diferentes condiciones ambientales la convierten en una amenaza seria para la biodiversidad marina”, advirtió Pérez Matus.

Un llamado urgente a la acción
La Fundación MERI, a través de su presidenta ejecutiva, Francisca Cortés Solari, ha señalado que los hallazgos deben ser considerados como una alerta crítica en relación a la conservación de los ecosistemas marinos en la Patagonia.
«Esta información es sumamente preocupante. Representa una alerta que nos insta a intensificar el monitoreo de esta área, de gran valor en biodiversidad y ecología”, señaló Francisca Cortés Solari.
Desde hace más de cinco años, la fundación ha venido registrando especies bentónicas y corales en la Patagonia Norte. Sin embargo, los recientes hallazgos indican que es necesario redoblar los esfuerzos de investigación y establecer planes de monitoreo más rigurosos.
De esta manera, Cortés Solari subraya la necesidad urgente de llevar a cabo más investigaciones para identificar las amenazas específicas que enfrenten los ecosistemas y entender a fondo los mecanismos que permiten la introducción y expansión de especies invasoras, las cuales podrían causar daños irreparables en los ecosistemas marinos y afectar considerablemente a las comunidades que dependen de ellos.
Con Información de www.elciudadano.com