La globalización y la construcción de una narrativa política en la era de Trump.

La globalización ha sido un proceso global que ha estimulado el crecimiento económico de muchos países, donde el comercio internacional actúa como un factor fundamental, facilitando un mayor intercambio de bienes y servicios. Esto ha permitido que diversas naciones accedan a productos que no fabrican, aprovechando sus capacidades para producir y exportar artículos específicos.

Los países han trabajado conjuntamente para establecer acuerdos después de extensas negociaciones, dando lugar a importantes Tratados de Libre Comercio (TLC) fundamentados en los principios del GATT y la OMC. Estos acuerdo, promovidos tras la Segunda Guerra Mundial con el apoyo de la ONU, han orientado la economía mundial hacia un modelo más integrado y colaborativo, con la finalidad de reducir aranceles y facilitar el comercio entre las naciones.

La globalización ha traído progreso

Los beneficios de la globalización han ampliado las oportunidades de desarrollo y crecimiento económico. La colaboración entre los sectores público y privado se ha vuelto esencial para impulsar el progreso y hacer viable el desarrollo de iniciativas que fortalezcan el comercio internacional. Los TLC son un claro ejemplo de este esfuerzo por ganar presencia en los mercados globales y proteger los intereses de cada nación de manera consensuada.



En su obra Capital e Ideología, Thomas Piketty afirma que tanto la población mundial como la renta nacional se han multiplicado por 10 entre 1700 y 2020. Hasta 1960, el crecimiento poblacional superaba al de la producción de bienes y servicios, pero luego la OMC transformó esta tendencia, resultando en que el crecimiento de la renta per cápita sobrepasara el aumento demográfico en las décadas siguientes. Ver siguiente gráfico
(Graphique 0.2), presentado en su libro.



A partir de la primera revolución industrial en el siglo XIX, se observa un aumento en la renta per cápita, y en el siglo XX, este aumento se intensifica en comparación con el crecimiento demográfico. Esto se relaciona con la apertura de mercados internacionales y los avances tecnológicos que han permitido una mayor productividad en las economías globales, produciendo bienes y servicios de mayor calidad y a precios reducidos. En el siglo XXI, el crecimiento de la economía mundial, impulsado por los países más industrializados, ha incrementado la renta per cápita, aunque este crecimiento no ha sido equitativo para todos los países.

La globalización también ha profundizado la desigualdad

Desde los años 80, ha aumentado la desigualdad debido a la concentración de la riqueza, creando diferencias significativas entre países que han sabido aprovechar los beneficios de la globalización mediante la industrialización de su economía y aquellos que no han podido diversificar su matriz productiva ni fomentar la innovación y el emprendimiento. Además, los deciles más ricos en las naciones de mayores ingresos per cápita han incrementado su participación en el PIB, como se aprecia en el gráfico anterior (Graphique 0.3), revisado en la obra mencionada.

La mayoría de los países se han mantenido en su zona de confort, beneficiándose de la explotación de recursos en economías primarias y exportadoras, particularmente aquellos con abundantes materias primas, aprovechando los TLC sin el esfuerzo de aportar valor a sus exportaciones.

China y varios países asiáticos han emergido como líderes en múltiples sectores, transformándose en la principal manufactura de productos de consumo masivo a nivel global. Este país es un ejemplo de cómo un estado, incluso con un sistema político no democrático según estándares occidentales, puede capitalizar las ventajas del capitalismo y convertirse en un defensor de la globalización dentro del marco del libre comercio.

El gráfico siguiente de Piketty (Graphique 0.4) ilustra la desigualdad entre el 10% de la población con los mayores ingresos de cada nación o región en 2018, evidenciando la concentración de riqueza que define la desigualdad y, por ende, los niveles de pobreza que pueden afectar a la población.



El comercio internacional, regido por las normas de la OMC y los TLC, no ha beneficiado de manera equitativa a todos los países y continentes. Igualmente, muchos países no han logrado reducir sus desigualdades internas, pese a un crecimiento económico, y el progreso no ha alcanzado a todos.

EEUU y Europa han ido perdiendo terreno frente a China. En 2025, Trump ha logrado persuadir a su país para reaccionar con una estrategia opuesta a la que anteriormente había promovido, intentando alterar la estructura del comercio internacional mediante la imposición unilateral de aranceles, según él, para proteger la economía de EEUU y restaurar su posición como la economía más poderosa del mundo. Esto ha requerido que asuma el control de los tres poderes del estado para cambiar la trayectoria histórica de su nación e incluso aspirar a imponer su influencia en el ámbito global.

Mientras China adopta el capitalismo como motor económico, en EEUU su líder utiliza el poder estatal para aplicar aranceles, lo que equivale a romper la libre competencia en un mundo que operaba bajo normas comunes aceptadas por la mayoría de los países.

El imperio de Trump no sobrevivirá

Trump no logrará reposicionar a EEUU en un liderazgo global dentro del capitalismo anulando la competencia ni manipulando la incertidumbre para intentar dominar el mercado. La guerra comercial que él ha iniciado tendrá consecuencias incluso más adversas que su afán imperialista de expandir sus territorios para asegurar su futuro. Esta guerra afectará al mundo entero y generará unidad para prevenir la destrucción de economías, especialmente de países en desarrollo y emergentes. Además, su intento de anexar naciones lo llevará a enfrentamientos con otras potencias, que lo obligarán a retroceder, destruyendo lo que queda de una plataforma económica que necesita certidumbre y equidad, alcanzables solo a través de normas universales aceptadas que protegen la soberanía de las naciones, los derechos de los ciudadanos y el medio ambiente.

Los severos problemas globales como el cambio climático, las migraciones, la pobreza y la amenaza de la inteligencia artificial requerirán la movilización de recursos, sostenibilidad y una gobernanza eficiente, además de integración y colaboración tanto a nivel nacional como internacional. El papel del estado será crucial, y tanto los mercados como la comunidad empresarial y la sociedad civil deberán adaptarse a las nuevas condiciones necesarias para abordar exitosamente los desafíos del planeta a corto y mediano plazo. No hay solución a estos problemas sin atacar las desigualdades mediante reglas universales como las del comercio, y menos aún en un contexto de retroceso representado por el proteccionismo de Trump.

La viabilidad de la economía estadounidense está en grave riesgo si su gobierno decide ir en contra de la racionalidad intrínseca del sistema capitalista, como lo han indicado los propios chinos. Firmar decretos no será suficiente para Trump si busca simultáneamente resolver la insostenible deuda de EEUU, reducir su déficit comercial, evitar la recesión e inflación, mientras conduce su economía a un proteccionismo extremo – declarando guerra comercial al resto del mundo – y aplicando aranceles para aumentar los ingresos fiscales, todo esto mientras reduce impuestos para lograr, de manera ilusoria, el estatus de liderazgo de EEUU. Esta política económica ha generado pérdida de credibilidad y confianza, dejando a EEUU aislado y derrotado en esta guerra.

La devastadora influencia de EEUU en el mundo, al pretender imponer un drástico cambio del orden económico, provoca mayor incertidumbre y entropía en un contexto de guerras genocidas interminables. EEUU también ha actuado en desacuerdo con las resoluciones de la ONU, exigiendo su parte como mediador en conflictos y planteando la posibilidad de un conflicto global.

Pocas horas después de que Trump anunciara el inicio de su guerra comercial, el mundo comenzó a reaccionar, y China respondió inmediatamente aumentando un 34% los aranceles a los productos estadounidenses. En EEUU, miles de manifestaciones contra las políticas antidemocráticas de este líder comenzaron a surgir, que, alarmantemente, sugieren la posibilidad de un tercer mandato, previendo que cumplirá su propósito político con dificultades al final de su segundo mandato. RFI06042025

Con Información de pagina19.cl

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