La exposición al sol en verano: ¿es posible un bronceado saludable?

Con el verano en pleno apogeo y las playas de nuestro país repletas de veraneantes, muchas personas anhelan exhibir una piel dorada. Sin embargo, la exposición prolongada al sol puede tener efectos adversos en la piel.

Una de las estrategias más efectivas para protegerse contra estos daños es la aplicación regular de protector solar y el uso de productos como el after sun. Estos ayudan a mantener la hidratación y a calmar la piel, reduciendo la irritación posterior a la exposición solar.

No obstante, muchas personas optan por evitar el uso de protección solar, buscando adquirir un bronceado intenso en el menor tiempo posible. A pesar de que el bronceado es visto como estéticamente atractivo, no siempre es seguro. Pasar largas horas al sol sin la protección adecuada puede dar lugar a quemaduras y acelerar el envejecimiento cutáneo. Algunas personas optan por usar un producto bronceador, pero si este no cuenta con filtro UV, el riesgo de daño en la piel se incrementa.

Bronceado saludable: ¿Mito o realidad?

La radiación ultravioleta (UV) emitida por el sol se clasifica en rayos UVA y UVB. Los UVA penetran más profundamente en la piel y son responsables del envejecimiento prematuro, mientras que los UVB causan quemaduras solares y están relacionados con el cáncer de piel.

El mito del «bronceado saludable» ha ganado popularidad a lo largo del tiempo. Sin embargo, no existe un método completamente seguro para bronzearse sin riesgo. Cualquier exposición prolongada al sol ocasiona daños a nivel celular, incluso si la piel no muestra señales evidentes de inmediato.

No obstante, esto no implica que no se pueda disfrutar del sol. Para minimizar en la medida de lo posible los daños en la piel, es esencial utilizar protectores solares con un factor de protección alto. Es recomendable seleccionar un producto con FPS 30 o superior, resistente al agua y de amplio espectro. Además, se debe reaplicar cada dos horas o después de nadar o sudar. Esto también aplica a cualquier tipo de producto bronceador.

Para evitar daños por la exposición solar, algunas personas optan por alternativas como los autobronceadores. Estos productos contienen dihidroxiacetona (DHA), un compuesto que reacciona con las células de la piel, proporcionando un tono bronceado temporal. Son una opción más segura que la exposición directa al sol.

Otro factor fundamental para proteger la piel es mantenerla hidratada. Después de estar al sol, la aplicación de cremas y geles que contengan aloe vera o ingredientes calmantes ayuda a restaurar la humedad perdida. Por lo general, estos productos se pueden encontrar en el mercado bajo la categoría de after sun.

Además del cuidado tópico, la dieta también juega un papel importante en la salud de la piel. Incluir alimentos ricos en antioxidantes, como zanahorias, tomates y frutos rojos, puede contribuir a proteger la piel de los efectos negativos del sol.

Finalmente, para disminuir riesgos, los especialistas aconsejan tomar el sol en horarios apropiados. La exposición entre las 10:00 y las 16:00 horas es la más peligrosa, ya que la radiación UV es más intensa. Buscar sombra y usar ropa con protección UV son estrategias efectivas durante estas horas del día.

Si bien es posible conseguir un tono dorado sin quemaduras visibles y se debe intentar reducir el daño en la medida de lo posible, la exposición prolongada al sol siempre conlleva repercusiones a largo plazo. Utilizar protector solar, evitar las horas de mayor radiación y recurrir a productos especializados son las mejores maneras de cuidar la piel en verano.

Con Información de www.elperiodista.cl

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