La colaboración fortalece el impacto colectivo.



Miguel Ángel San Martín desde Madrid

 

Las provocaciones que lanza Donald Trump a nivel internacional son un fenómeno que se prolongará por un tiempo y que generará inquietud, miedo y ansiedad. Se trata de la conducta de alguien que utiliza su poder para prevalecer a través del temor.

Trump amenazó a sus vecinos y socios comerciales, México y Canadá, alardeando luego de haberlos dejado a su merced.

Estableció un arancel del 10% a productos manufacturados en China, que considera su principal competidor, pero los chinos han respondido con firmeza. Han impuesto tarifas a productos estadounidenses y a empresas vinculadas a Trump. Un caso notable es la investigación a Google, acusada de infringir las normativas de competencia chinas, lo que conlleva sanciones y restricciones que podrían resultar en significativas pérdidas económicas.

Además, China ha incorporado a empresas estadounidenses en su lista de «entidades no fiables», incluyendo la biotecnológica Illumina, que colaboró con Nvidia para la implementación de inteligencia artificial, y a PVH Group, que produce bajo las marcas Calvin Klein y Tommy Hilfiger. También aplicará aranceles del 10 o 15% al petróleo, gas, carbón y maquinaria agrícola, medidas que entrarán en vigencia el próximo lunes. Asimismo, se prevén acciones en la industria automotriz, un sector clave para Trump.

Verdaderamente, estamos ante el inicio de una guerra económica entre gigantes que, además de perjudicarlos a ellos, generará repercusiones en el resto del mundo.

La comunidad internacional ha quedado atónita por las declaraciones de Trump sobre el futuro de la Franja de Gaza. De forma directa y sin tapujos, afirmó que Estados Unidos se haría cargo del territorio, transformándolo en un «paraíso turístico», lo que implica un desprecio total a los acuerdos internacionales que reconocen la existencia de Israel y Palestina como países.

Han surgido numerosas críticas hacia las decisiones tomadas por Trump. Dentro de Estados Unidos, la primera en expresarse fue la Obispa Protestante Mariann Edgar Budde, quien solicitó a Trump «compasión para los migrantes y la comunidad LGBTQ+».

Más significativo aún ha sido el anuncio de renuncia del General del Ejército de EE.UU., Mark A. Milley, un condecorado que ocupó el cargo de Presidente del Estado Mayor Conjunto durante cuatro años. En su carta de dimisión, acusó a Trump de «causar un daño irreversible a Estados Unidos al politizar el ejército».

China, por su parte, se mueve en la sombra y aplica acciones decisivas, analizando la situación creada por Trump. Europa, mientras tanto, cargada de incertidumbres, se prepara para una cumbre en mayo con el objetivo de alcanzar consensos que permitan desarrollar un plan para contrarrestar las políticas del presidente estadounidense.

América Latina tiene la oportunidad de dejar de lado diferencias, eliminar obstáculos y temores, y así adoptar estrategias conjuntas para enfrentar el agresivo ataque económico que se avecina. Aunque no se puede contar con Milei en Argentina ni con Bukele en El Salvador, sí se puede contar con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el mandatario de Brasil, Lula da Silva, y el presidente de Chile, Gabriel Boric. Todos ellos están comprometidos a enfrentar la guerra económica desatada por Trump, convencidos de que “la unión hace la fuerza”.

Con Información de desenfoque.cl

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