La ciencia se preserva mediante la colaboración colectiva



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La semana pasada, miles de investigadores argentinos salieron a manifestarse bajo la contundente consigna: “Nadie se salva solo”. Protestaron contra el desmantelamiento de las políticas científicas que impulsa el gobierno de Javier Milei, incluyendo despidos masivos, recortes de presupuesto, paralización de becas y cierre de programas históricos del CONICET. Mientras tanto, en Estados Unidos, la ciencia enfrenta similares amenazas, especialmente en áreas como género, diversidad y justicia social, donde la libertad académica y la generación de conocimiento crítico están siendo atacadas.

¿Y en Chile? Aunque no enfrentamos un escenario similar actualmente, sería ingenuo pensar que estamos a salvo. Lo que sucede en países vecinos es una advertencia. Si no fortalecemos ahora las condiciones necesarias para la investigación, podría ser demasiado tarde en el futuro. La ciencia no se defiende sola; se protege, se fortalece y se proyecta de manera colectiva. Por eso, en este contexto de incertidumbre, es fundamental valorar lo que hemos construido internamente: redes de colaboración, compromiso ético y transformación estructural.

Recientemente, asistí al décimo Encuentro de la Red Nacional de Proyectos InES Género, un pionero instrumento de política pública en Chile que busca integrar el enfoque de género en la investigación. Como directora del proyecto en la Universidad Autónoma de Chile y una de las impulsoras de esta Red, he sido testigo de los logros de este trabajo colectivo: mejora de la calidad científica, ampliación del impacto social, visibilización de desigualdades estructurales y promoción de entornos de investigación más éticos y diversos.

Lo más destacable ha sido la forma en que lo hemos logrado: colaborando entre instituciones, compartiendo recursos y construyendo confianza. En un sistema históricamente competitivo, la Red InES Género ha demostrado que el trabajo conjunto es el único capaz de generar cambios duraderos.

Ante las amenazas observadas en otros países, debemos adelantarnos. Formalizar esta Red, asegurar su continuidad y robustecerla como un actor fundamental en el ecosistema científico y tecnológico nacional, con voz en las políticas públicas, recursos sostenidos, y reconocimiento político real se ha vuelto una necesidad urgente.

Proteger la ciencia es defender el derecho colectivo a imaginar y construir un futuro mejor. Como investigadora y feminista, sé que nadie se salva solo. Ni en la academia, ni en la ciencia, ni en la sociedad. Porque lo hemos aprendido en carne propia. La única salvación duradera es colectiva. Y comienza ahora.

Con Información de pagina19.cl

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