Aquí tienes una versión reescrita del contenido:
«Los científicos afirman que estamos compuestos de átomos, pero a mi parecer, un pequeño pájarito me susurro que estamos hechos de historias».
— Eduardo Galeano, La Invasión Estepárria: El Génesis del Trauma Colectivo
Hace cerca de 4500 años, en las extensas llanuras de Europa Oriental, las tribus del pueblo Yamnaya comenzaron una migración que cambiaría radicalmente la estructura social de la humanidad. Equipados con innovaciones tecnológicas como caballos domesticados que les otorgaban velocidad y alcance sin precedentes y armas de bronce forjadas con habilidades metalúrgicas avanzadas, estos guerreros nómadas desataron una serie de conquistas que se propagarían como ondas a través del continente.
El análisis del ADN antiguo nos muestra una realidad inquietante: en la península ibérica, estos conquistadores no solo adquirieron territorios, sino que perpetraron un genocidio sistemático que casi eliminó a todos los hombres nativos. Los estudios genéticos indican que el 90% del cromosoma Y masculino fue sustituido en un breve lapso de generaciones, un indicio claro de un exterminio selectivo por género, considerado uno de los primeros homicidios masivos documentados en la historia.
Este genocidio significó el abrupto fin de un modelo civilizatorio que había prosperado durante milenios. Las sociedades basadas en la colaboración de géneros, un término propuesto por la arqueóloga Riane Eisler, fueron erradicadas sistemáticamente. Un ejemplo notable es la civilización minoica de Creta (3000-1100 a.C.), que simboliza estos sistemas sociales, caracterizándose por la ausencia de fortificaciones militares y por sus frescos que celebran lo divino femenino y la armonía con la naturaleza.
En Çatalhöyük, Anatolia (7500-5700 a.C.), se desentierran viviendas de tamaño uniforme y templos dedicados a la diosa madre, evidenciando una estructura social equilibrada. Las tumbas muestran que las riquezas se distribuyeron equitativamente, reflejando un entorno donde el poder se compartía en lugar de concentrarse.
❞ *Toda la vida estaba impregnada por una ardiente fe en la diosa Naturaliza, fuente de toda creación y armonía. Esto conducía a un amor por la paz, horror a la tiranía y respeto por las leyes.* ❞
La carretera minoica de Creta, la más antigua de Europa, representa este legado perdido. Construida hace más de 4000 años, esta asombrosa obra de ingeniería se extendía 50 kilómetros, conectando Knossos con Gortyn. Destaca por sus sistemas de drenaje que previenen la erosión y su pavimento de arenisca local. Más que un simple camino, era una infraestructura para fomentar el comercio pacífico y el intercambio cultural, sin intención de servir a fines militares.
**La Tríada del Trauma: De lo Individual a lo Colectivo**
Franz Ruppert, pionero en el estudio del trauma sistémico, aclara que el trauma no se define por el evento en sí, sino por la herida psíquica que surge al sobrepasar nuestra capacidad de procesamiento. En la infancia, esta herida se origina en lo que llama la “tríada fatal”:
1. No ser deseado: La percepción infantil de ser una carga o inconveniente.
2. No ser amado: La falta de amor y aceptación incondicional del otro como ser único.
3. No ser protegido: La incapacidad del entorno para brindar seguridad física y emocional.
Esta falla en la protección provoca una respuesta neurobiológica devastadora, donde el sistema nervioso del niño se ve abrumado por hormonas del estrés. Con niveles elevados de cortisol, se dañan el hipocampo (centro de la memoria) y la corteza prefrontal (responsable de la regulación emocional), mientras que la adrenalina mantiene al niño en un estado de hipervigilancia constante, agotando sus recursos energéticos para un desarrollo cognitivo saludable.
El enfoque de Ruppert es innovador por su aplicación social. El patriarcado estableció una “tríada traumática” similar, que operó durante milenios:
1. Exterminio de modelos igualitarios: El genocidio ibérico fue el inicio de un ataque sistemático contra sociedades colaborativas.
2. Imposición de dioses guerreros: Zeus destronó a Gea, Yahvé eclipsó a Asherah, y Marduk venció a Tiamat, en un ciclo que se repitió en diversas culturas.
3. Invisibilidad histórica: La erradicación intencionada del conocimiento femenino, desde la quema de la Biblioteca de Alejandría hasta la persecución de curanderas, catalogadas como “brujas”.
**Epigenética: Cuando el Trauma Trasciende Generaciones**
Investigaciones recientes en Colombia han demostrado que el trauma no afecta solo a quienes lo viven directamente, sino que modifica la expresión genética de formas que se transmiten a la descendencia. Un estudio de la Universidad de los Andes reveló que las víctimas de violencia armada no solo muestran un aumento en la ansiedad y la aversión al riesgo, sino también alteraciones medibles en sus perfiles epigenéticos.
La epigenética, que estudia cómo las experiencias ambientales afectan la función del ADN sin alterar su secuencia, explica los mecanismos biológicos de esta transmisión generacional:
Estrés prenatal: Durante el embarazo, el cortisol de la madre atraviesa la barrera placentaria, moldeando el desarrollo del sistema nervioso fetal y predisponiéndolo a trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, además de afectar áreas cerebrales cruciales.
Metilación del ADN: El trauma provoca cambios en los patrones de metilación que regulan la respuesta al estrés, traspasables por esperma y óvulo, creando vulnerabilidades que persisten a lo largo de varias generaciones.
Herencia transgeneracional: Investigaciones sobre descendientes de sobrevivientes de genocidios y hambrunas muestran que los hijos de víctimas de trauma tienen una mayor reactividad al estrés, incluso sin haber experimentado eventos traumáticos.
❞ *El sistema nervioso del recién nacido y el perfil bioquímico están conformados por el estado mental de la madre durante el embarazo.* ❞
La neurobiología perinatal de Bruce Lipton demuestra que en los últimos seis meses de gestación, el feto no solo recibe nutrientes, sino también información emocional. Las neuronas espejo fetales registran y replican los estados emocionales maternos, estableciendo patrones neurobiológicos duraderos. Un feto cuyas madre está bajo constante temor desarrollará un sistema nervioso hiperactivado, preparado para un mundo peligroso.
**La Dinámica Víctima-Percusor: El Ciclo Intergeneracional de Violencia**
La relación entre víctima y perpetrador, analizada por Ruppert, revela que quienes sufren violencia sin procesarla adecuadamente tienen un mayor riesgo de convertirse en agresores, perpetuando un ciclo que abarca generaciones. Esta transformación ocurre a través de los siguientes mecanismos psicológicos:
Identificación con el agresor: Para sobrevivir psicológicamente, la víctima interioriza las características del perpetrador, adoptando su lógica y métodos. Así, el niño maltratado aprende que la violencia es el lenguaje del poder.
Trauma no integrado: Las experiencias traumáticas que no se procesan quedan encapsuladas como “cuerpos de dolor”, generando reacciones desproporcionadas e involuntarias.
Estrategias fallidas de resolución: Ruppert señala dos aproximaciones que perpetúan el trauma:
– Perdón forzado: Perdonar sin procesar genuinamente el dolor entierra más profundamente el trauma.
– Venganza: Buscar represalias activa la misma energía destructiva que causó el daño original.
La filósofa Hannah Arendt, al observar el juicio de Adolf Eichmann, describió la “banalidad del mal”: actos atroces que emergen no de maldad intrínseca, sino de irreflexión y desconexión emocional. Eichmann era un burócrata que normalizó la violencia sin percibir su magnitud moral.
Esta dinámica se institucionaliza en sociedades patriarcales. La antropóloga Rita Segato propone que las violaciones y feminicidios son “crímenes expresivos”, actos que comunican y refuerzan jerarquías masculinas. No son simplemente actos de deseo, sino mensajes dirigidos a otros hombres para afirmar su posición en la jerarquía patriarcal.
El mandato de masculinidad implica que los hombres deben demostrar su virilidad mediante la dominación. Aquellos que no logran ejercer control sobre mujeres o recursos pueden recurrir a la violencia como medio de validación.
Segato también documenta cómo la violencia sexual grupal actúa como un rito de iniciación para hombres, creando lazos de complicidad que cruzan clases sociales, etnias y niveles de educación.
**Sanar las Herencias: Del “Yo” al “Nosotros”**
La reconciliación auténtica exige un trabajo de integración a tres niveles interconectados:
1. **Nivel Individual:** Reconexión física y emocional. El trauma se almacena en cada célula del cuerpo. Las memorias traumáticas se codifican de forma distinta, apareciendo como sensaciones corporales e imágenes fragmentadas.
Terapias somáticas como el *Somatic Experiencing*, el yoga informado por el trauma, y la danza-movimiento permiten completar las respuestas de supervivencia que quedaron bloqueadas. La técnica EMDR facilita el procesamiento de memorias traumáticas, integrándolas como parte del pasado.
2. **Nivel Familiar:** Lealtades invisibles y secretos transgeneracionales. El concepto de “lealtades invisibles” describe las obligaciones emocionales no conscientes que conectan a los miembros de una familia a lo largo de generaciones. Los secretos familiares pueden manifestarse en síntomas inexplicables entre descendientes como intentos de cargar con el dolor de los antepasados.
Constelaciones familiares ayudan a visibilizar dinámicas familiares ocultas. Ritualizar el reconocimiento de las víctimas y perpetradores permite que las cargas emocionales regresen a quienes originalmente les pertenecían.
3. **Nivel Colectivo:** Memoria histórica y transformación social. Reconocer los traumas históricos es esencial. La Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica demostró que crear espacios de relato donde tanto víctimas como perpetradores compartan sus historias es transformador.
Legislaciones como el Proyecto de Ley Maria da Penha en Brasil ilustran cómo visibilizar la violencia puede generar cambios sociales profundos. La evolución hacia sociedades post-patriarcales debe valorar el trabajo de cuidado, tradicionalmente invisibilizado.
Programas como “Promundo” trabajan con jóvenes para fomentar modelos de masculinidad no basados en la dominación, mostrando reducciones en la violencia de pareja y mejores indicadores de salud mental en hombres.
**Neuroplasticidad: La Esperanza Biológica de Transformación**
Durante años, se creyó que el cerebro adulto era inmutable, pero se ha demostrado que posee neuroplasticidad, la capacidad de reorganizarse y crear nuevas conexiones neuronales. El hipocampo, esencial para la memoria y regulación emocional, sigue generando neuronas nuevas en la adultez, lo que ofrece esperanza ante el trauma.
La plasticidad sináptica permite que conexiones neuronales se fortalezcan o debiliten, facilitando el “desaprender” patrones traumáticos. Aunque el trauma puede afectar la expresión genética, estos cambios no son permanentes y pueden revertirse mediante intervenciones terapéuticas.
**Recuperando lo Gilánico: Modelos Ancestrales para el Futuro**
La arqueóloga Marija Gimbutas documentó características de sociedades pre-patriarcales que prosperaron milenios sin militarización ni conflictos. Estas sociedades mostraban arquitectura colaborativa, arte celebratorio y rituales que reafirmaban la igualdad y la justicia social.
Ejemplos de culturas indígenas que mantienen elementos de lo gilánico demuestran que, a pesar de siglos de colonización, se pueden encontrar modelos sociales equitativos.
**Reparación Epigenética: Sanando el Futuro Desde el Presente**
Los estudios más recientes en epigenética sugieren que podemos influir positivamente en patrones genéticos alterados por trauma. Programas de embarazo consciente que incorporan manejo del estrés y meditación pueden reprogramar el desarrollo neurológico del feto. La primera infancia es crucial para revertir daños epigenéticos mediante ambientes seguros y cuidadores emocionalmente sintonizados.
**La Revolución Empática: Transformando la Cultura de Dominación**
La transición hacia una conciencia empática global es facilitada por la tecnología, pero requiere que sanemos los traumas que perpetúan la dominación. Sistemas educativos que priorizan la inteligencia emocional ayudan a crear generaciones menos propensas a la violencia, al igual que los medios de comunicación responsables que promueven narrativas de cooperación.
**Espiritualidad Integral: Más Allá de las Religiones Patriarcales**
Las tradiciones espirituales bajo sistemas patriarcales a menudo perpetúan divisiones jerárquicas. Una espiritualidad post-patriarcal integra aspectos aparentemente opuestos y debe honrar tanto la individualidad como la interconexión.
**Conclusión: Reevaluando las Historias Que Nos Constituyen**
Tras 4500 años de dominación, tenemos las herramientas y el conocimiento para transformar la historia humana: el fin del patriarcado y el resurgimiento de civilizaciones verdaderamente colaborativas. Esto exige reconocer tanto el sufrimiento como la grandeza de las civilizaciones que fueron destruidas, integrar nuestras experiencias, y crear entornos que fomenten el bienestar.
Como expresó Eduardo Galeano: *«Es el tiempo del miedo, pero también el de la transformación».* Ahora, disponemos de la comprensión y los recursos para construir un futuro donde la humanidad florezca plenamente.
La transformación ha comenzado. Nosotros somos las primeras generaciones conscientes de nuestra herencia y, por lo tanto, las primeras en elegir un destino distinto. Está en nuestras manos convertir 4500 años de sufrimiento en 4500 años de florecimiento humano.
El futuro no está predeterminado. Está aguardando ser creado por nuestras decisiones conscientes, nuestro amor y nuestro renovado entusiasmo por vivir en un mundo que cada día nos recuerda nuestra humanidad compartida.
*Humberto Del Pozo López, Magíster en Economía y Psicología.*
Espero que esta reescritura sea de tu agrado. Si necesitas más ajustes o un enfoque diferente, ¡házmelo saber!
Con Información de desenfoque.cl