Impacto de la Pandemia en la Sociedad Digital

Este texto aborda la degradación ética, el individualismo, la comunidad y el bien común, destacando la tensión entre la conservación y el cambio. Reflexiona sobre los procesos de resignificación del lenguaje y la deconstrucción de valores en el contexto del enfoque posthumanista. La humanidad atraviesa un continuo proceso de redefinición, en medio de una creciente anomía.

Carlos Cantero, Geógrafo y Doctor en Sociología.

APERTURA: Hace diez años, describí la «Pandemética», una epidemia de degradación ética, provocada por el colapso de los relatos hegemónicos y la desestructuración de valores en el alma colectiva, en el marco de una transición hacia la Sociedad Digital que ha transformado nuestra manera de vivir.

PANDEMÉTICA Y MATERIALISMO DESBORDADO: El materialismo ha alterado la comprensión del ser humano y su sentido de vida, generando una crisis ética estructural que impacta a individuos, instituciones y territorios. Nos encontramos en una fase histórica donde la sociedad se dispersa en una multiplicidad de identidades. Es urgente reconstruir el «nosotros» a partir de la integridad, la verdad y la responsabilidad, lo que implica una reconfiguración integral de la ética social, en la cual la emocionalidad toma el control. El testimonio sustituye la búsqueda de la verdad, mientras que el juicio moral es reemplazado por algoritmos y el autoexhibicionismo sustituye a la virtud, generando estigmatización en lugar de disenso.

PANDEMIA ÉTICA, SIMBÓLICA Y CULTURAL: La transmisión del sistema inmunoético ocurre a través del contagio memético: palabras, ideas, emociones, deseos y necesidades. Este fenómeno está debilitando la cohesión social y la capacidad de juicio. Se busca controlar la subjetividad, destruyendo las barreras entre lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, lo útil y lo inútil, así como entre el bien y el mal, entre lo real y lo simulado, lo libre y lo obediente.

PANDEMIA FILOSÓFICA (NO BIOLÓGICA): Este fenómeno es filosófico al afectar nuestra comprensión de lo que significa “ser humano”, y epistemológico porque cambia los métodos que usamos para discernir la verdad. Las estructuras que mantenían la cohesión social, como la familia, la escuela, y la ley, han sido sustituidas por burbujas ideológicas y redes de autoafirmación identitaria, donde la noción de deber, relacionalidad y sentido de comunidad es débil.

MICROCOMUNIDADES EMOCIONALES: Muchos ciudadanos se ven a sí mismos como víctimas simbólicas de un sistema, en lugar de sentirse parte de una comunidad. La identidad se convierte en un arma, la frustración en capital moral y la emoción en criterio de verdad. Cada grupo exige reconocimiento en sus propios términos, y el Estado no logra articular un sentido de pertenencia. Los valores éticos tradicionales son reemplazados por un emocionalismo dominado por el “Me gusta” o “No me gusta”. La búsqueda de justicia se ha vuelto particular, en vez de universal, y la moral pública ya no se construye colectivamente, sino que se convierte en una narrativa de demandas individuales.

LOS TERRITORIOS COMO ESPACIOS PÚBLICOS SIMBÓLICOS: Los territorios ya no son espacios de encuentro, sino de tensiones. Las calles, monumentos, ciudades y plazas son resignificados y deconstruidos por distintos grupos identitarios que reclaman su parte de los territorios, creando narrativas que alteran los espacios comunes en términos de exclusión o pertenencia. La esfera pública se fragmenta, permitiendo que múltiples realidades coexistan sin diálogo. El poder radica en la significación simbólica y en la constante deconstrucción en redes, discursos, y rituales de afirmación o protesta.

DESAPARECEN LOS REFERENTES ÉTICOS: El relativismo erige obstáculos para el consenso, cada grupo crea su ética, reemplazando la razón con la emoción. Se observa una captura simbólica de la educación y de las leyes, dominando el trauma y la supremacía identitaria en la ciudadanía. El juicio algorítmico en redes sociales reemplaza la búsqueda del bien común, reconfigurando términos como justicia, libertad y verdad. La cancelación de la otredad se intensifica; la subjetividad es instrumentalizada y el mérito colapsa.

EL LENGUAJE COMO CONSTRUCTO REAL: Es necesaria una reestructuración del sistema inmunológico simbólico y la ética pública; se debe recuperar la capacidad de diálogo y la educación en el respeto, con instituciones que sostengan la pluralidad. Se requiere un electorado maduro y liderazgos colaborativos y virtuosos que promuevan principios y fomenten conversaciones de paz para el progreso y desarrollo humano. ¡Que así sea!

Con Información de desenfoque.cl

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