Gladys Marín es objeto de análisis en su biografía.

Con una notable asistencia de público que ocupó la explanada del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, se llevó a cabo la presentación del libro «Gladys Marín. Una vida revolucionaria», escrito por el autor español Mario Amorós. La obra se publica precisamente en el marco del vigésimo aniversario del fallecimiento de esta destacada líder comunista, reconocida como una de las figuras más influyentes de la política chilena.

Este texto es considerado la biografía más exhaustiva de la activista que luchó por la restauración de la democracia y la defensa de los derechos humanos. Incluye una valiosa cantidad de documentación inédita, así como sus escritos más personales, entre ellos los cuadernos de anotaciones que Marín mantuvo durante los ocho meses que estuvo asilada en la embajada de los Países Bajos, donde conservó la correspondencia que intercambió.

Presentación del libro “Gladys Marín. Una vida revolucionaria”. Foto: Prensa Latina.

La obra narra la historia de una mujer que dejó un legado imborrable de valentía y compromiso, así como de una voz que desafío la dictadura de Augusto Pinochet. No es casualidad que el lema “Lucha como Gladys” haya resonado con fuerza durante la revuelta de 2019, sirviendo de inspiración a las nuevas generaciones de jóvenes feministas que buscan generar cambios sociales.

En la reseña de esta obra, el historiador español presenta un retrato de toda una época, examinando no solo su dimensión política, sino también su humanidad, de quien fue diputada, secretaria general y presidenta del Partido Comunista de Chile (PCCh), destacándose como la primera persona en interponer una querella contra el dictador Augusto Pinochet y como la primera mujer en postularse a la presidencia de la República.

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Mario Amorós, historiador y periodista español.

Para Mario Amorós, Gladys Marín representa un símbolo de trayectoria, responsabilidad y valentía que motiva a muchos más allá del ámbito de la izquierda.

En declaraciones a la agencia de noticias Prensa Latina, manifestó su emoción por la acogida del libro, especialmente porque “tuve el privilegio de conocerla y sé lo que ella representa para su pueblo”.

Amorós es también el autor de biografías sobre figuras como Allende (2013), Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas (2014), Neruda. El príncipe de los poetas (2015) y Antonio Llidó, un sacerdote al lado del pueblo, sobre el sacerdote español que fue asesinado durante la dictadura.

A la presentación de la biografía en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos asistieron familiares de Gladys Marín, así como ministros de Gobierno, diputados, miembros del cuerpo diplomático, intelectuales y representantes de partidos y organizaciones sociales y humanitarias.

Rodrigo Muñoz, hijo de la activista y política, resaltó que la obra aportará a un mayor entendimiento de Gladys, no solo como figura política, sino también en su faceta humana como madre y esposa.

El presidente del PCCh, Lautaro Carmona, describió el libro como un importante aporte sobre la vida de una revolucionaria que siempre buscó armonizar pensamiento y acción, así como palabra y hecho.

“Siempre fue solidaria con la causa del pueblo mapuche y las comunidades originarias, abogó por los derechos de la mujer y de la diversidad sexual, promovió un trato libre de discriminación y participó activamente en las tomas de terrenos y las huelgas de trabajadores”, afirmó Carmona en una entrevista con Prensa Latina.

El legado de Gladys Marín, una vida revolucionaria

Gladys Marín Millie fue profesora, dirigente, militante, presidenta y secretaria general del Partido Comunista, así como diputada. Se dedicó a la defensa de los Derechos Humanos en Chile durante y después de la dictadura, buscando justicia por los abusos sufridos.

Nació el 16 de julio de 1938, hija del campesino Heraclio Marín y de la profesora Adriana Millie, siendo la segunda de cuatro hermanas. A una edad temprana, su padre abandonó el hogar, y su madre asumió la responsabilidad de su educación y la de sus tres hermanas. A los cuatro años, la familia se mudó a Sarmiento y luego a Talagante, donde comenzó su educación primaria. A pesar de su gran capacidad para leer, era conocida por su desorganización y su inquietud, rasgos que la llevaron a desarrollar habilidades de liderazgo entre sus compañeros.

Se formó como profesora en la Escuela Normal de Preceptores, donde comenzó a participar en reuniones de la Federación de Estudiantes Normalistas, siendo elegida presidenta de dicha agrupación. Se graduó como profesora en 1957.

En 1958, se unió formalmente a las Juventudes Comunistas, y en 1960 formó parte del Comité Central del Partido Comunista de Chile. También se convirtió en líder de los docentes y representó a la Central Única de Trabajadores (CUT) en un congreso femenino en Buenos Aires.

Durante la actividad política de su partido en las poblaciones de Santiago, conoció a Jorge Muñoz Poutays, también militante, con quien contrajo matrimonio el 4 de abril de 1960 en Santiago. De su unión nacieron sus hijos Rodrigo y Álvaro.

En 1965, fue elegida secretaria general de las Juventudes Comunistas, cargo que ocupó hasta 1974. Ese mismo año, dejó la docencia para dedicarse plenamente a la política, presentándose como candidata a diputada, siendo electa por primera vez a los 28 años.

Integró varias comisiones permanentes en el Congreso, incluyendo Educación Pública, Relaciones Exteriores, Gobierno Interior, Economía y Comercio, y Asistencia Médico Social e Higiene. Asimismo, participó en una Comisión Especial de Deportes en 1965.

En 1969, fue reelecta diputada por el mismo distrito, manteniendo su rol en la Comisión Permanente de Educación Pública.

En 1973, fue nuevamente electa diputada, esta vez por la Séptima Agrupación Departamental Santiago, continuando en la Comisión de Educación Pública.

El golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que derrocó al presidente Salvador Allende, interrumpió su mandato. El Decreto-Ley 27 del 21 de septiembre disolvió el Congreso Nacional y puso fin a las funciones parlamentarias a partir de esa fecha.

Tras el golpe de Estado, Gladys Marín se convirtió en una de las figuras más perseguidas por la dictadura, llevando a su clandestinidad. Para proteger su seguridad, el Partido Comunista le ordenó buscar asilo en la embajada de los Países Bajos en Santiago, donde permaneció durante casi ocho meses, dado que la dictadura le denegó el salvoconducto. Durante ese tiempo, mantenía el contacto con su esposo, que era parte de la Comisión Política del partido, y sus hijos a través de mensajes ocultos en recipientes.

Marta Fritz, una de sus amigas más cercanas y compañera de militancia, recordó que “ella no quería ingresar a la embajada, y posteriormente temía salir del país. Finalmente, tomó esta decisión influenciada por cartas que le llegaron de Jorge y otros compañeros”.

Marta Fritz, una de las amigas más cercanas y compañera de militancia de Gladys Marín.

En una charla con Diario U. de Chile, enfatizó que Marín siempre se preocupaba por sus compañeros, recibiendo constantes noticias. “Recuerdo una vez que lloraba, me abrazaba y estaba angustiada. Habían informado que habían ejecutado a Eliana Araníbar, nuestra compañera. Hicimos muchos recuerdos de ella, ya que había sido una persona divertida, pero en ese momento el dolor era real”, explicó Fritz, quien conoció a Gladys en la Escuela Normal Nº 2 de Santiago, creando un lazo inseparable.

En julio de 1974, Gladys se trasladó a Holanda como refugiada con el objetivo de denunciar las atrocidades de la dictadura y buscar apoyo para la resistencia popular. Luego viajó a Moscú, donde se encontraba la dirección de su partido. En 1976, llegó a Costa Rica, donde fue recibida por el Parlamento en pleno.

En Costa Rica, se enteró de la detención de su esposo por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), perdiendo el contacto con él, quien se convirtió en uno de los desaparecidos del régimen.

Fritz recordó que Gladys le confesó tras un año el desamparo provocador por la detención y desaparición de su gran amor.

“Transcurrió un año, amiga del alma, sin poder hablar ni derramar una lágrima ante nadie, aunque quisiera. Mi deber era dar ánimo… Pero a veces anhelaba a alguien que entendiera la profundidad de mi pena. Deseaba llorar y que mi madre me abrazara como cuando era pequeña, y que me dijera: ‘Ya va a pasar’”, relató.

Gladys Marín

La primera en enfrentar el poder

Durante su exilio, se convirtió en una ferviente luchadora por la restauración de la democracia y la no violación de los derechos humanos. En varias ocasiones solicitó el regreso a Chile a la dirección de su partido. Finalmente, a principios de 1977 se organizó la “operación retorno”, que involucró la solidaridad del Partido Comunista de Argentina.

A principios de 1978, ingresó clandestinamente a Chile usando identidades falsas, siendo la primera dirigente comunista en regresar al país. Ya en territorio chileno, inició la reorganización de su partido y la implementación de la “Rebelión popular de masas”, una estrategia adoptada oficialmente por el Partido Comunista en 1980.

Sin embargo, algunos de sus planteamientos no fueron aceptados por la dirección en el exilio, lo que la llevó a salir del país en dos ocasiones para discutir estas cuestiones. En 1984, ocupó el cargo de subsecretaria del partido, y en 1987 logró reunirse con sus hijos, quienes habían permanecido en Chile durante su ausencia.

Después de 17 años en la clandestinidad, Gladys Marín reapareció públicamente en un evento realizado en 1989 en el Estadio Santa Laura: “No renunciaremos a nuestra identidad como partido, no renunciaremos a nuestra ideología, declaramos ante todo Chile que el Partido Comunista regresa a la legalidad. La oscura noche de la dictadura ha terminado. ¡Viva la democracia y la libertad, viva la gente que lucha, viva el socialismo!”.

“Recuerdo el momento de volver a la vida pública. Fue una odisea discutir si debíamos hacer el acto o no, y qué debíamos decir. Gladys me preguntó cómo debería aparecer, le dije que con su esencia natural. Me solicitó que le buscara una falda corta y, al final, tras probar varias opciones, eligió una camiseta y unos jeans para salir al estadio”, compartió su amiga Marta Fritz.

En 1993, en las elecciones parlamentarias del 11 de diciembre, se postularía a la Cámara de Diputados por el Distrito N° 28, que abarcaba las comunas de Cerro Navia, Lo Prado y Quinta Normal, representando al Partido Comunista dentro del Pacto «Alternativa Democrática de Izquierda», pero no fue electa.

En 1994, fue elegida secretaria general del Partido Comunista, convirtiéndose en la primera mujer del mundo en ocupar este cargo. Desde allí lideró la lucha en tribunales para aclarar los abusos ocurridos durante la dictadura.

Gladys Marín presentó la primera querella contra Augusto Pinochet, por la desaparición de su esposo, Jorge Muñoz.

La primera en querellarse contra Pinochet

El 12 de enero de 1998, Gladys Marín presentó la primera querella en contra de Augusto Pinochet por la desaparición de su esposo, Jorge Muñoz.

En las elecciones parlamentarias de 1997, se postuló como candidata a senadora por la circunscripción VII Santiago Poniente, pero no fue electa.

Se convirtió en candidata presidencial en 1999, siendo la primera mujer en aspirar a La Moneda, obteniendo 225.224 votos, equivalentes al 3,19%. En 2002, fue elegida como la primera presidenta del Partido Comunista de Chile.

Gladys Marín: «una gran mujer»

A partir de 2003, enfrentó problemas de salud, desplazándose el 1 de octubre hacia Estocolmo (Suecia) para someterse a una intervención en la Clínica Karolinska. Desde entonces, sus viajes entre Chile y Cuba se hicieron frecuentes, país donde continuó su tratamiento.

“Sin embargo, llegó la enfermedad, una parte dura de su vida. A pesar de todo el esfuerzo y dedicación que puso en su labor, una desgraciada enfermedad le afectó, algo que no logramos identificar a tiempo como una señal de su mal estado”, recordó Fritz.

La incansable luchadora falleció el 6 de marzo de 2005 en Santiago. El gobierno chileno declaró Duelo Oficial en su honor, y su multitudinaria despedida reunió a políticos de diversas tendencias, incluyendo al entonces presidente Ricardo Lagos.

Entre los muchos reconocimientos que recibió, destaca la Medalla Augusto César Sandino, otorgada por el Movimiento Sandinista, y la Medalla Luis Emilio Recabarren, concedida por el Partido Comunista de Chile.

Además, el 12 de marzo de 2004, el presidente cubano Fidel Castro le otorgó la orden José Martí, la más alta distinción que el Estado cubano entrega a personalidades extranjeras destacadas.

La Ley N° 20.852, publicada el 24 de julio de 2015, autorizó la creación de un monumento en su memoria.

Marta Fritz subrayó que Gladys Marín debe ser recordada como una “mujer excepcional, fuerte, alegre, con un deseo ardiente de vivir intensamente y combatir. Para mí, fue una gran mujer”.

Con Información de www.elciudadano.com

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