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Funcionarios del hospital realizaron un emotivo homenaje a Pablito, quien residió en la institución durante más de 25 años.

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El Hospital Ricardo Valenzuela Sáez de Rengo se encuentra de luto tras la muerte de Pablo Andrés Arias Pérez, conocido cariñosamente como Pablito. A los 14 años, fue admitido en el Servicio de Pediatría del hospital, donde residió durante más de 25 años. En sus últimos días, se trasladó a una casa de acogida en San Vicente, donde pasó los últimos dos años de su vida, falleciendo a los 42 años.

El director del hospital, Dr. Carlos Guzmán, manifestó: «Nuestra familia hospitalaria está de luto por la partida de Pablito. Aunque no tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, sé que para nuestro personal fue como un hijo y un amigo, ya que compartió su vida con nosotros durante 25 años».


SU HISTORIA

Pablito nació el 1 de diciembre de 1982 y desde joven enfrentó inmensas adversidades. Fue abandonado por su madre y dejado al cuidado de una pareja en una zona rural de Rengo. Tras la muerte de su madre adoptiva, quien luchó contra el cáncer, su vida se tornó aún más difícil al quedar solo mientras su padre adoptivo trabajaba.

En octubre de 1997, ingresó al hospital en estado crítico, con grave desnutrición y daño cerebral que afectaba su movilidad. A pesar de su condición, su mente permanecía alerta, comunicando sus pensamientos a través de gestos y la calidez de su mirada.

“Pablito fue una persona muy especial y siempre vivirá en nuestros corazones. Todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo tienen anécdotas que recordar. Su sonrisa era un regalo constante. Atesoramos los momentos compartidos, así como su alegría en el hospital. Cuando lo llevamos a la casa de acogida en San Vicente, sentí que allí también sería amado. Su partida es dolorosa, pero sé que vivió feliz”, recordó Margarita Correa, su tutora legal y asistente social en el hospital.


“FUIMOS SU FAMILIA EN PEDIATRÍA”

Pablito, que disfrutaba de las visitas, los regalos y especialmente de los relojes, dejó una marca perdurable en quienes lo conocieron por su genuina sonrisa y la luz en sus ojos. Katerine Aceituno, enfermera supervisora del Servicio de Pediatría, compartió: “Siempre consideramos a Pablito como parte de nuestra familia. Lo extrañamos mucho cuando se trasladó a la casa de acogida, así que lo visitamos con frecuencia. Celebramos su último cumpleaños juntos, y su felicidad al reunirse con viejos amigos era evidente. Era un apasionado de los relojes y siempre mostraba sus nuevas adquisiciones. Su partida nos afecta profundamente, lo amamos como a un familiar”.

Durante años, Pablito encontró un hogar en el Servicio de Pediatría del Hospital de Rengo, donde el personal se convirtió en su familia. Se esforzaban diariamente por ofrecerle el cuidado y el cariño que requería, llevándolo a pasear en su silla de ruedas y celebrando juntos en sus cumpleaños y otras festividades.

“Era un niño mágico, risueño y encantador. Muy querido por todos en el hospital. Su habilidad para transmitir sus emociones sin palabras era sorprendente; sabíamos cuándo estaba molesto por sus gritos, y su felicidad era contagiosa, reflejada en su amplia sonrisa y brillantes ojos”, recordó Marisol Tapia, ex funcionaria del hospital.

Pablito también pasó temporadas en las áreas de Medicina, Traumatología y Cirugía del hospital, hasta que el 13 de julio de 2022 fue trasladado a un hogar de acogida en San Vicente, donde vivió rodeado de cariño en sus últimos días.

Falleció a los 42 años, dejando un profundo vacío en quienes lo amaron como parte de su propia familia. El Hospital Ricardo Valenzuela Sáez lo recuerda como un símbolo de resiliencia y amor incondicional; su legado perdurará en cada rincón del hospital, en las sonrisas que inspiró y en los corazones de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo.

Con Información de chilelindo.org

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