Por Sergio Velasco de la Cerda
En medio de definiciones cruciales, la familia chilena se enfrenta a un panorama complejo tanto a nivel nacional como internacional. La hora crítica se aproxima.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias de este año serán determinantes para el futuro de nuestra nación. Debemos preservar y cuidar nuestra democracia a través de la activa participación electoral de todos los ciudadanos, en el período 2026-2030, que se llevará a cabo en cuestión de meses.
Algunos candidatos piensan que participar en las primarias presidenciales les da la oportunidad de postularse a una senaduría si no son elegidos. Este razonamiento es engañoso desde ya. Es inaceptable abusar de la esperanza del pueblo. Esto afecta gravemente la credibilidad en la política y en aquellos políticos que traicionan la confianza que la ciudadanía les ha otorgado.
El desprestigio es tal que la juventud critica con dureza a quienes prometen sin cumplir. Algunas figuras con actitudes mesiánicas y ideologías prestadas podrían llevarnos al desastre.
No hay espacio para los extremos en esta ocasión ni en ninguna otra. La mirada está centrada en un liderazgo experimentado que pueda gobernar el país con un sentido de unidad.
La extrema derecha ha impuesto sus candidatos durante mucho tiempo. Vivimos una desesperación absoluta en un sector dividido por intereses egoístas, sin compasión entre ellos.
“No por mucho madrugar amanece más temprano”, nos advierte la experiencia. Esta sabia reflexión nos invita a reflexionar sobre lo que la gente realmente desea: un “Chile para todos”.
El oficialismo ya ha definido su candidato, pero es probable que surjan otros contendientes. La ambición puede romper cualquier ilusión.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle ha declinado postularse debido a sus 82 años. No obstante, es importante recordar que Konrad Adenauer, un democristiano que también tenía más de 80 años, lideró la reconstrucción de Alemania tras la devastación nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Eduardo Frei enfrenta tres grandes desafíos que podrían dejar una huella en la historia política, social y económica del país, si decide optar a la presidencia, representando a los miles de independientes que anhelan vivir en paz.
Es esencial encarnar el legado del cardenal Raúl Silva Henríquez, recuperando «El Alma de Chile», una tarea significativa que busca construir una sociedad fraterna, donde todos y todas sean incluidos, sin exclusiones.
Es fundamental convencer y no vencer a los millones de compatriotas que claman por una patria justa y buena, lejos del temor cotidiano de la inseguridad que nos afecta a todos. Esta tarea es titánica y demandante; requiere capacidad y, sobre todo, una absoluta transparencia, así como un fin a la corrupción que permea los gobiernos, esos corruptos que deshonran el servicio público.
Es un compromiso con la justicia social, especialmente hacia los pobres y ancianos que aún esperan, desesperadamente, la llegada de la alegría a sus hogares, tras tantas promesas incumplidas desde el retorno a la democracia.
El ex-presidente Eduardo Frei enfrenta la disyuntiva de participar en un momento crucial en el que podría liderar una patria para todos.
“Ser o no ser, esa es la cuestión”. (Shakespeare)
Con Información de desenfoque.cl