En la LXI Expedición Científica Antártica (ECA 61), organizada por el Instituto Antártico Chileno (INACH), de las 119 personas que conforman los equipos de trabajo, 56 son mujeres. Además, el 50% del personal logístico contratado para apoyar las actividades de la ECA son mujeres, sumando un total de 18.
Por ello, desde INACH han decidido compartir algunos relatos de las mujeres que participan en la ECA.
Ingrid Hebel, investigadora de la Universidad de Magallanes, se especializa en el estudio de los musgos antárticos, analizando su antigüedad y su capacidad de adaptación a condiciones extremas. Su trabajo incluye el uso de isótopos para determinar su existencia antes de la Pequeña Edad del Hielo, así como investigaciones acerca de su genética. Desde 1997, ha formado parte de nueve expediciones en la Antártica. Hebel resalta la relevancia de la colaboración y la inclusión femenina en la ciencia, aunque también reconoce los desafíos que persisten, especialmente en los niveles más altos del campo.
Marely Cuba-Díaz, investigadora de la Universidad de Concepción, investiga la tolerancia a la salinidad del clavelito antártico, una de las pocas plantas con flores en la región. Durante sus expediciones, ha observado un notable incremento en la presencia de mujeres en la ciencia antártica, algo que considera fundamental para el relevo generacional en la investigación. Cuba-Díaz subraya la importancia de que las jóvenes se atrevan a seguir sus aspiraciones científicas.
Julia Saravia, investigadora posdoctoral en la Universidad Austral de Chile, se enfoca en la fisiología de los caracoles marinos en la Antártica y promueve la equidad de género en el ámbito científico. Junto a Constanza Jiménez, lanzó la iniciativa Mi Ajá Antártico con el objetivo de inspirar a más mujeres a seguir carreras en ciencia. Saravia enfatiza que una ciencia diversa es una ciencia mejor y motiva a las jóvenes a mantener viva su curiosidad.
Zambra López, investigadora en el Centro IDEAL, se dedica a estudiar la bioinvasión de especies en la Antártica, centrándose especialmente en la contaminación a través de cascos de barcos. Ella reconoce el creciente número de mujeres jóvenes que se incorporan a la ciencia antártica y valora las oportunidades que tienen estas mujeres para participar en expediciones y actividades que antes parecían inalcanzables.
Por su parte, Catalina Cisterna y Valentina Ojeda, estudiantes de biología marina, están involucradas en investigaciones en la Antártica. Ambas comentan sobre el apoyo que reciben de sus familias y expresan su orgullo por romper barreras tradicionales, contribuyendo así al conocimiento del entorno antártico.
Con Información de www.elperiodista.cl