
Andrés Kogan Valderrama, Sociólogo, Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, y Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea.
Las recientes afirmaciones de Evelyn Matthei, sobre la inevitabilidad del golpe de Estado en Chile y las muertes durante los primeros años de la dictadura, junto con las declaraciones de Jeannette Jara, que defiende el régimen totalitario en Cuba, evidencian la desconexión de ciertos sectores políticos en el país, que parecen incapaces de sostener principios democráticos fundamentales.
Este contexto se da en el marco de la elección presidencial en Chile, donde ambas candidatas aspiran a ser la máxima autoridad del Estado, lo que hace sus comentarios aún más preocupantes, ya que desestiman derechos humanos básicos y, aunque intenten justificar sus afirmaciones como fuera de contexto, es difícil no ver la gravedad de sus palabras.
Evelyn Matthei, al declarar que el golpe de Estado fue inevitable y que los crímenes de la dictadura fueron una consecuencia lógica, revela que gran parte de la derecha chilena sigue siendo profundamente pinochetista y no muestra interés por reflexionar sobre las atrocidades cometidas en ese periodo.
Por su parte, Jeannette Jara, al negar la existencia de una dictadura en Cuba y afirmar que posee un sistema democrático diferente, pone de manifiesto que el Partido Comunista de Chile ignora por completo la realidad de un régimen totalitario y un sistema de partido único que controla la vida en la isla hasta la fecha.
Al escuchar las justificaciones de ambas para respaldar dictaduras, queda claro su falta de consistencia, que las lleva a tratar de legitimar lo que no tiene justificación, respaldando tiranos y una potestad abusiva que ha originado miles de persecuciones, encarcelamientos, torturas y muertes de opositores, tanto en Chile como en Cuba.
No debería sorprender, aunque sí indignar, que tanto Matthei como Jara sean incapaces de criticar mínimamente lo ocurrido en Chile y Cuba, a pesar de la abrumadora evidencia que documenta las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en ambos contextos.
Sin embargo, ellas siempre encuentran un «otro» responsable que atenaza sus justificaciones para sostener una dictadura: para Matthei, el gobierno de Salvador Allende; para Jara, el bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba.
Lo más alarmante es que hay posturas más extremas, tanto de la derecha como de la izquierda, entre otros candidatos presidenciales, como Johannes Kaiser, José Antonio Kast y Eduardo Artés, quienes no dudan en glorificar a tiranos sin el más mínimo reparo.
Si Kaiser y Kast reivindican la figura de Pinochet, Artés lo hace con Stalin, lo que parece sacado de una película de terror. Es completamente inaceptable, dada la trayectoria de ambos en relación a las violaciones de derechos humanos.
Ante este desalentador panorama presidencial en Chile, cargado de negacionismo por parte de sectores de la derecha y la izquierda, es necesario exigir a quienes se presenten criterios democráticos mínimos, ya que el fanatismo y la brutalidad todavía están muy presentes.
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