Hernán García Moresco, Magíster en Ingeniería Informática, USACH. Diplomado en Big Data en la Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación, USACH.
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos por el Instituto IDEA-USACH. Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile. Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Miembro del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.
El pasado domingo 16 de marzo se llevaron a cabo las elecciones internas del Partido Socialista. Un dato destacado, más allá de los resultados de listas y pactos, es que esta histórica agrupación, representada por figuras como Allende, Lagos y Bachelet, logró movilizar una cantidad de votantes superior a la de su última elección interna en 2022. Se pasó de 12,000 a 16,000 votos, bajo la supervisión del Servicio Electoral (SERVEL).
Este incremento, aunque tal vez no sea representativo en todos los contextos ciudadanos, permite al partido afirmar su solidez en relación a su propio padrón, especialmente al compararse con otros partidos, y le señala a la sociedad que, al igual que otras instituciones, el PS también sigue ‘funcionando’.
Si se evalúa correctamente este resultado, sin detrimento de las definiciones internas que se avecinan (comité central y otras estructuras), deberíamos esperar que el PS y sus aliados reflexionen sobre las primarias, creando un entorno diferente para quienes han expresado su deseo de participar de manera unitaria. Este espacio debería incluir a la Democracia Cristiana. Por lo tanto, una conclusión pragmática sería que el PS de Chile emerge fortalecido tras el 16 de marzo, enfrentando la dicotomía entre su identidad partidaria y la elegibilidad de candidaturas de una manera renovada.
Es razonable que el PS considere avanzar con una candidatura para las primarias del sector progresista (idealmente única y en colaboración con la DC), dado lo que representa ante una sociedad distanciada de la política y los partidos. En caso de optar por designar un candidato distinto para las primarias, quien busque ese respaldo debería reconocer que los resultados obtenidos son un reflejo de su identidad. Esto tiene un carácter movilizador y significativo, aunque pueda estar en los márgenes de las preocupaciones ciudadanas y territoriales de nuestro país tri-continental y popular. Refuerza que no es una organización más en el ámbito político. Su objetivo, se podría deducir, es gobernar.
Lo anterior sustenta la afirmación “una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa”, porque el PS de Chile, gracias a sus resultados internos y al apoyo obtenido por sus dos principales representantes (Paulina Vodanovic y Camilo Escalona), se enfrenta a la compleja tarea de decidir su rumbo en relación con la ecuación entre «sello – identidad» y «lo electoral – elegibilidad» para las próximas elecciones de Congreso y Presidenciales. Esto se debe a que “… lo electoral implica votos, visibilidad y optimización en la elección de candidaturas, mientras que el ‘sello-identidad’ se refiere a un símbolo (una idea), un cemento, un imaginario que proporciona vigor, posibilidades de movilización y mística al quehacer de los partidos,” como se ha señalado en ocasiones anteriores.
Esto implica que el fortalecimiento o debilidad de los partidos a través de sus actos electorales puede revitalizar o afectar su relevancia, además de requerir liderazgos que atraigan a la ciudadanía. Esto es esencial para participar en un proceso “competitivo”, que no solo debería considerar las elecciones presidenciales, sino también la configuración de un pacto unitario para el congreso entre el oficialismo y la DC. Es decir, se deberían realizar primarias para candidatos al Senado y a la Cámara de Diputados, de manera simultánea, mirando hacia la ciudadanía.
El PS de Chile, como partido, ha logrado un capital político que no necesariamente había sido anticipado, en medio de una crisis recurrente de confianza y polarización. Ahora, su desafío es canalizar esta fuerza interna tras el resultado de las elecciones, para mostrar a la ciudadanía su proyecto social. Esto requiere una mirada de país que aclare qué ideas o propuestas prioriza, además de quién puede contar con el respaldo socialista y progresista, incluyendo a la Democracia Cristiana y a independientes. ¡Esperemos la formación del comité central nacional, tal como se ha mencionado por Paulina Vodanovic y Camilo Escalona en sus intervenciones!
[i] Ver en ‘Se nos apareció marzo, Bachelet ¡dijo no!’ https://www.lemondediplomatique.cl/se-nos-aparecio-marzo-bachelet-dijo-no-por-hernan-garcia-moresco-y-jose.html
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