El 25% de la fuerza laboral en América Latina está compuesta por mujeres.

El Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo, busca según la Organización de las Naciones Unidas, reconocer a las mujeres comunes como constructoras de la historia, y tiene raíces en la ardua lucha de las mujeres por participar en igualdad con los hombres en la sociedad.

La empresa ESET, líder en la detección proactiva de amenazas, examina la actual situación de la brecha de género en el mundo laboral, incluyendo la existencia del techo de cristal, la carga mental que esta realidad provoca y las acciones que pueden implementar las empresas para fomentar la equidad.

Para ilustrar la situación, en el sector de la ciberseguridad, en 2023 había 5.452.732 profesionales en todo el mundo (1.285.505 en América Latina), de los cuales solo el 25% eran mujeres. Además, el Fondo Económico Internacional destaca que menos de la mitad de las mujeres participan activamente en el mercado laboral a nivel global, en comparación con el 72% de los hombres. Según el Informe sobre la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial de este año, la paridad salarial completa se alcanzará, como muy pronto, en 2058.

En América Latina y el Caribe, la Organización Internacional del Trabajo señala que, a pesar de algunos avances, aún persisten “desigualdades de género”. Específicamente, menciona que en 2024 “la tasa de participación femenina se mantuvo en 52,1%, muy por debajo del 74,3% de los hombres”. También indica: “las mujeres, en promedio, ganan un 20% menos que los hombres y están más expuestas a mayores tasas de desocupación y a empleos de menor calidad”.

Julieta Escolar, gerente de Recursos Humanos de ESET Latinoamérica en Buenos Aires, opina: “La brecha salarial sigue siendo un reto, no solo por el acceso limitado a puestos directivos, sino también en igualdad de roles y jerarquías. Aunque muchas empresas están comenzando a mapear y buscar soluciones, resolver esto no es algo que muchas puedan lograr a corto o mediano plazo”.

TECHO DE CRISTAL

Otra dimensión de esta problemática es el techo de cristal, que de manera sutil pero clara, obstaculiza el avance y desarrollo de las mujeres en el ámbito empresarial.

Este concepto se refiere a las normas no escritas dentro de las organizaciones que impiden que las mujeres accedan a altos cargos directivos. Su invisibilidad se debe a la falta de leyes y códigos claros. Russell Reynolds Associates, una firma global especializada en liderazgo, reporta que en 2024, las mujeres solo ocuparon 24 de los nombramientos como directores ejecutivos a nivel global (aproximadamente un 11%), en contraste con los 196 nombramientos de hombres.

Carla Araujo, gerente de Marketing para ESET Brasil, comparte: “En mi carrera, he trabajado principalmente con hombres en posiciones de liderazgo. A menudo noté insinuaciones sobre la capacidad de las mujeres para ocupar estos roles. Además, observé cómo colegas varones eran promovidos mientras que mujeres con igual o más preparación eran pasadas por alto”.

En esa línea, Julieta Escolar añade: “El principal desafío que enfrentamos las mujeres en el ámbito laboral es la falta de representación en cargos directivos. Históricamente, estos puestos han sido dominados por hombres. Si bien la situación está mejorando lentamente, aún queda camino por recorrer. He escuchado a líderes masculinos pedir que no contratemos mujeres para posiciones clave, argumentando que generarían alta rotación por licencias de maternidad. Como mujer, tuve que tolerar esos comentarios sin posibilidad de rebatirlos”.

Gabriela Rodríguez, gerente de Ventas de ESET Latinoamérica en México, coincide: “Desde mi perspectiva, el mayor reto es el respeto al derecho a la maternidad. Ser madre no impide que se puedan desempeñar roles laborales exitosamente. No obstante, el embarazo ha sido, y sigue siendo, una de las razones principales para negar injustamente el acceso al trabajo a las mujeres. ¿Cómo lo he enfrentado? No tolerándolo, defendiendo que la maternidad no es un obstáculo”.

“Este tipo de desafíos crea barreras invisibles que afectan el crecimiento profesional de las mujeres”, señala Araujo.

CARGA MENTAL

Un estudio reciente de la Universidad de Bath y la Universidad de Melbourne corroboró que las mujeres asumen el 71% de las tareas de carga mental del hogar. Esto incluye todo lo necesario para que la vida familiar funcione sin contratiempos, abarcando la programación, planificación y organización de actividades. Este estudio, que contó con la participación de 3.000 padres estadounidenses, evidencia que las mujeres se ocupan del 79% de las tareas diarias, como la limpieza y el cuidado de los menores, más del doble que los hombres (37%).

“La carga mental invisible que enfrentamos las mujeres, buscando equilibrio entre la vida familiar y laboral, es uno de nuestros mayores desafíos. Muchas veces, somos responsables de organizar la logística familiar y, aunque deleguemos tareas, no se nos permite renunciar a nuestro papel central. Esto genera una sensación de agotamiento significativo”, sostiene Escolar.

La brecha de género es una realidad y las empresas tienen un papel clave en la promoción de la equidad.

“Las empresas deben esforzarse por tener equipos de dirección diversos, que incluyan no solo mujeres, sino también representaciones de diversas experiencias personales, para aportar diferentes perspectivas a los problemas de la compañía. Deben revisar si sus sistemas de promoción son justos y equitativos para evitar sesgos”, sugiere Escolar.

Y añade: “Además, deben fijarse como objetivo a mediano plazo, no solo mapear la brecha salarial, sino también analizar los beneficios ofrecidos y cómo impactan a personas de diferentes géneros y realidades, y a partir de allí plantear soluciones”.

Gabriela Rodríguez también propone medidas concretas: “Fomentar prácticas en los procesos de contratación que eliminen sesgos de género, garantizando igualdad de oportunidades sin importar el género. Asimismo, impulsar políticas de equidad salarial, visibilizar el rol de las mujeres en profesiones dominadas por hombres, ofrecer programas de capacitación, desarrollo y mentoría, e incentivar la promoción de mujeres en puestos de liderazgo”.

Por su parte, Carla Araujo enfatiza: “La igualdad en el entorno corporativo no solo consiste en ofrecer las mismas oportunidades, sino en asegurarnos de que todos los profesionales cuenten con condiciones justas para crecer. Para cerrar la brecha de género, las empresas deben implementar programas de desarrollo dirigidos a mujeres y revisar sus procesos de promoción y contratación”.

Y concluye: “La diversidad debe ir más allá del género; crear un ambiente inclusivo implica considerar diferentes perfiles, experiencias y orígenes. Cuando las empresas invierten en diversidad, obtienen nuevas ideas, diferentes perspectivas y, al final, resultados mucho mejores”.

Con Información de www.lanacion.cl

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