Hernán García Moresco, Magíster en Ingeniería Informática de USACH. Diplomado en Big Data por la Universidad Católica. También cuenta con un Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad de Chile. Es Licenciado en Educación en Matemática y Computación por USACH.
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos del Instituto IDEA-USACH, Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Miembro del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.
Hernán García Moresco, Magíster en Ingeniería Informática de USACH. Diplomado en Big Data por la Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación de USACH.
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos del Instituto IDEA-USACH, Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía de la PUC de Chile. Miembro del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.
El sistema político presenta múltiples opciones de articulación, siendo las organizaciones partidarias, en un marco democrático, uno de los actores más relevantes, acompañadas de una ciudadanía que exige representantes competentes en los ámbitos municipal, regional, congresal y presidencial. Así, los liderazgos emergen de verdaderos algoritmos sociales que definen su “selección”, reflejando emociones y argumentos de tipo social, económico e ideológico, entre otros factores que los constituyen. Como bien lo señalara Max Weber, su validez podría depender de la tradición, la legalidad o el carisma (tipos ideales) y sus diversas combinaciones.
En un Chile marcado por la desconfianza, la fragmentación y la polarización, donde el individualismo y el consumismo prevalecen, los liderazgos se enfrentan a grandes retos. Esta situación se complica ante mensajes internacionales que se oponen al feminismo, a la protección medioambiental y a las políticas sociales. En cuanto a la problemática migrante, se presenta como un tema recurrentemente utilizado en discursos de la ultraderecha, olvidando que la mayoría de las sociedades se han construido en base a la inmigración, excluyendo, por supuesto, la relación con la delincuencia, el crimen organizado transnacional y los conflictos políticos internos que generan desplazamientos poblacionales.
En este complejo escenario, los liderazgos deben cumplir dos requisitos clave: establecer una fuerte adhesión y contar con amplios respaldos partidarios, preferiblemente transversales. La adhesión se basa en el reconocimiento de la integridad y los valores de las personas, así como en su historia, acciones y compromisos en el ámbito público. Por eso, las sociedades buscan en sus ciudadanos la mejor levantamiento para gobernar en el presente, confiando en las decisiones a tomar. En términos populares, se busca que “no tiembre la mano”.
Una alta adhesión puede incentivar a los actores intermedios dentro del proceso político a movilizarse antes y durante la campaña electoral, así como a organizar acuerdos para candidaturas congresales amplias (listas competitivas y elegibles desde antes), todo ello sustentado en un programa de gobierno responsable y realizable, que contribuya a la construcción de un consenso político, ojalá vinculante. La reforma de pensiones es un buen ejemplo de contexto para tal propósito.
Entonces, si esto es así, ¿cómo se posicionan los diversos sectores del sistema político para integrar liderazgos considerando estas variables: adhesión, respaldos transversales y un programa alcanzable?
Futuras Agendas Gubernamentales
En esta encrucijada se encuentran Michelle Bachelet y Evelyn Matthei. Una, en proceso de definirse como candidata; la otra, ya proclamada. Además, la primera deberá enfrentar primarias, como ya lo hizo anteriormente, mientras que la segunda las promueve, aunque sin mucho eco frente a Kast y Kaiser, sus rivales. Sus trayectorias diversas y dinámicas sociopolíticas lo exigen, no solo para definir la metodología de candidatura presidencial, sino también para establecer adhesiones mediante las candidaturas al Congreso. Cabe reiterar que un acuerdo amplio requiere despejar las candidaturas con mayores grados de elegibilidad, honestidad y transparencia para el Congreso Nacional. Los tiempos actuales no son para ensayos.
Ambas lideresas, representando visiones del mundo con matices contrapuestos y trayectorias variadas (una ha sido ministra y presidenta en dos ocasiones, así como funcionaria internacional; la otra ha sido congresista en ambas cámaras y ex alcaldesa en Providencia), se enfrentan a desafíos generales de la sociedad, además de retos específicos en sus respectivos sectores políticos.
El desafío general, como se señaló, implica afrontar una sociedad “fragmentada y polarizada” en lo político, así como “desigual y abrumada” en lo socio-político, territorial y económico. Ambas, desde sus respectivos sectores, deben lidiar con la necesidad de unidad, donde las primarias electorales pueden ser un medio para resolver expectativas, asumiendo desde allí sus responsabilidades ante sus representados. La paradoja radica en que, a pesar de que el contexto era propicio para que la actual oposición se acercara con mejores posibilidades de triunfo, hoy el oficialismo parece tener una opción de continuidad, siempre que Michelle Bachelet decida dar el paso, teniendo en cuenta los costos y beneficios de consolidar lo logrado en términos de derechos sociales y seguridad.
Finalmente, serán evaluadas estas lideresas en función de sus respaldos, programas futuros y experiencias en el servicio público, enfrentándose al desafío de dar respuesta inmediata a problemáticas complejas, tales como la seguridad pública, los procesos migratorios, la continua contradicción entre desarrollo y medio ambiente, la necesidad de descentralización política, administrativa y fiscal, así como la gobernabilidad multinivel. Esto se complementa con la necesidad de abordar la deuda relacionada con salud, educación y otros compromisos, al tiempo que se busca un crecimiento económico en un contexto internacional exigente, donde Chile, con su economía abierta, debe enfrentar retos adicionales (incluyendo los desafíos de la inteligencia artificial).
Por todo esto, a la pregunta de si son liderazgos de este tiempo, la respuesta es: ¡Sí, lo son! No hay duda al respecto. Otras variables determinarán cómo continúa el proceso y permitirán los ajustes y reajustes necesarios en el sistema político, cuando sea pertinente.
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