
Economista, Instituto Igualdad
La realidad política en un sistema democrático es indudablemente más complicada que en uno autoritario. Para las corrientes extremistas, tanto de izquierda como de derecha, el verdadero desafío radica en alcanzar el poder sin comprometer la legitimidad de un gobierno autoritario.
Los gobiernos democráticos suelen disfrutar de estabilidad política y social, especialmente si la economía marcha bien. Esto se traduce en apoyo ciudadano que fortalece el bienestar y la paz social. Sin embargo, cuando surgen problemas económicos y sociales estructurales y se suman crisis mundiales o conflictos bélicos, la gobernanza se ve comprometida y los líderes deben afrontar el descontento popular, lo que genera debates de visiones diversas y a menudo contrapuestas.
Los problemas estructurales sin resolver pueden tener diagnósticos y enfoques variados. La inseguridad ciudadana es un tema que no se ha abordado de manera integral. Mientras que muchos se enfocan en la represión del delito, se ignoran las raíces del crimen y cómo prevenir su aparición.
Aquí se evidencia un déficit en el análisis, ya sea por omisión o debilidad. Para las fuerzas de derecha, la represión del crimen es la solución más simple, que no necesariamente implica un gasto social mayor, sino más bien una reorientación del gasto fiscal.
El autoritarismo tiende a atraernos con promesas de soluciones rápidas a las crisis de seguridad. Sin embargo, las sucesivas crisis han demostrado que la represión por sí sola no es suficiente para enfrentar los desafíos actuales.
No basta con que los indicadores macroeconómicos sean positivos; es esencial que se reflejen en la vida cotidiana de las personas. A pesar del crecimiento del PIB, la alta concentración de ingresos, evidenciada por un índice de Gini próximo al 50%, muestra que sin políticas redistributivas sostenibles, no se logrará desarrollar un país viable en las décadas venideras.
El panorama positivo a nivel macro se desdibuja ante la avalancha de información sensacionalista que nos hace sentir en una crisis perpetua. Quienes se benefician de este clima de estrés y miedo son aquellos que se oponen al gobierno, así como aquellos que lucran con las necesidades ciudadanas.
La política actual se ve influenciada por el poder de la información y su difusión. Los medios y redes sociales, dominados por grandes intereses económicos, tienen un rol fundamental en la gestión de la opinión pública.
Cualquier partido político debe reconocer que, en un período de cuatro años, no es posible garantizar mejoras sustanciales para el país, a menos que se enfoquen en cuestiones específicas. Si se desea cumplir esta tarea, los plazos establecidos en un sistema democrático como el chileno son insuficientes para abordar adecuadamente los retos económicos y sociales.
La ambición de implantar un proyecto político que derive en autoritarismo está presente en ciertos sectores de la extrema derecha en Chile. Ejemplos recientes de otros países muestran cómo una agenda que resuena con la gente puede llevar a la oligarquía a colocar sus intereses por encima de la democracia.
Lo urgente en Chile no radica en posturas extremas. Para salir de un estatus mediocre, es indispensable un crecimiento que supere el círculo vicioso de la pobreza y la desigualdad que afecta a la mayoría de la población. La sostenibilidad de un enfoque equitativo se logra cuando la mayoría tiene acceso a oportunidades para elevar su calidad de vida, generar productividad y vivir en paz.
Relacionado
Con Información de pagina19.cl