Desde Madrid
Algunas personas caminan por la vida dejando poco rastro; otras, a pesar de su andar, tampoco marcan huella. En cambio, hay quienes, al ir descalzos y ser completamente transparentes, dejan una huella profunda e imborrable en su compromiso con ellos mismos y su comunidad. De estos últimos es José Alberto Mujica Cordano, conocido como Pepe.
Su vida y sus palabras resuenan hoy en las conciencias del mundo como verdades universales, como manifestaciones del ser humano en su esencia. Son afirmaciones poderosas: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado y derrotado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente viva un poco mejor, con más igualdad”.
Luchar, esforzarse, buscar soluciones y apoyos es esencial. Los problemas son de todos, y debemos resolverlos juntos. Nunca dejemos de buscar la felicidad: “Los derrotados son aquellos que abandonan la lucha. Y dejar de luchar es dejar de soñar. Las penas que he enfrentado en mi vida no me las quita nadie. Hay que aprender a cargar con las cicatrices y las mochilas y seguir avanzando con la mirada fija en el futuro”.
Las ideas deben ser discutidas y analizadas entre todos, en sus aspectos positivos y negativos, hasta que nazca una solución. No hay que desmayarse si algo no funciona. Si no ves con claridad, límpiate los ojos y vuelve a mirar el camino. Nunca dejes de intentarlo: “Ese es el mensaje más importante de la vida. Aprendes más del dolor que de la felicidad. Se puede caer y levantarse de nuevo; merece la pena hacerlo, una y mil veces mientras haya vida. No se puede vivir cultivando rencor, ni dando vueltas a una historia ajena. Aprendamos de nuestras propias experiencias”.
La lucha constante y planificada debe ser inquebrantable, pues nos ayuda a soñar con nuestros anhelos como un objetivo. Los obstáculos en el camino deben enfrentarse con estoicismo, sin perder la esperanza: «La vida ha sido generosa conmigo, me ha golpeado de mil maneras. Pasé siete años en la cárcel, en condiciones difíciles, y salí adelante, llegando incluso a ser presidente. ¿Qué más puedo pedir? (…) Debo agradecer a la vida. Y mi consejo para los jóvenes es que no se dejen vencer».
En este viaje vital, el amor es fundamental. La vida necesita abrazos, besos y estímulos para el corazón: «No hay nada más importante que el amor. Hay que atesorarlo y cuidarlo. Cuando se envejece, el amor sigue presente, pero ya no es una llamarada, sino una dulce costumbre, un acompañamiento que ayuda a evitar la soledad, que quizás sea el mayor castigo».
Su Lucía fue su apoyo, su razón y su inspiración en la lucha por un mundo mejor. Ella ha tomado el relevo, y no está sola, porque Pepe siempre le habló con la claridad de los sabios humildes sobre el destino final.
¿Cómo olvidar sus palabras reflexivas sobre la vida y la muerte? ¡Es imposible no recordar su discurso sincero y natural como el agua, transparente como el cristal!: «La vida se te va. Lo único que no se puede comprar es el tiempo. Por eso, gástalo en lo que te haga feliz, en abrazar a quienes amas y en luchar por lo que consideras justo. No vivas para tener, vive para ser. Al final, no te llevas nada… salvo lo que hayas dado».
Pepe no se ha ido. Simplemente su cuerpo ha encontrado descanso en un rincón del universo reservado para los hombres buenos. Pero su esencia, sus enseñanzas y su palabra llena de sabiduría han quedado grabadas en la parte más hermosa de la humanidad, iluminando su camino y convirtiéndola en el sueño de los justos. Como Pepe, simplemente.
Con Información de desenfoque.cl