Desde San Antonio
Los primeros días del Golpe Cívico-Militar fueron marcados por el asesinato y la desaparición de miles de compatriotas vinculados al gobierno de la UP. Este horror se convirtió en la noticia diaria, bajo la justificación de extirpar, según la Junta Militar, el «cáncer marxista». Esta retórica fue repetida por el comandante en jefe de la FACH, el general Gustavo Leigh, quien más tarde sufrió una humillante destitución.
Salvador Allende fue la primera víctima, junto a varios de sus leales seguidores tras el brutal bombardeo a La Moneda por parte de la Fuerza Aérea.
Otros detenidos fueron enviados a la isla Dawson, sufriendo condiciones parecidas a las de los campos de exterminio nazis. Las técnicas de la Escuela de las Américas se aplicaron en su máxima expresión, mientras los golpistas actuaban sin control ni compasión.
La persecución era implacable; nadie estaba a salvo. Los organismos de represión del estado, como la DINA, perpetraban asesinatos, torturas y detenciones de manera sistemática.
Miles de familiares buscaban desesperadamente a sus seres queridos, vagando por centros de detención, con la esperanza lejana de encontrarlos con vida. La cruel realidad fue revelada por los sobrevivientes: en aquel entonces, la vida no valía nada; el terror se había vuelto una presencia palpable entre la población.
El cardenal Raúl Silva Henríquez fundó la Vicaría de la Solidaridad al darse cuenta de la magnitud de los crímenes. Los archivos que se conservaron son testigos mudos de las atrocidades cometidas impunemente por el régimen militar. La Vicaría se convirtió en la voz de quienes no la tenían, ofreciendo una luz de esperanza en medio de la oscura maldad del régimen.
En San Antonio se establecieron dos centros de exterminio: una escuela de tortura en las cabañas de veraneo de Santo Domingo y los sótanos del casino de oficiales del Ejército de Ingenieros en Tejas Verdes, bajo el mando del coronel Manuel (Mamo) Contreras, conocido como el «genio del mal», jefe de la temida DINA, con la aprobación de Pinochet.
La candidata presidencial Evelyn Matthei afirmó que era inevitable que, durante 1973 y 1974, se asesinara a hombres, mujeres y niños si no se evitaba el rumbo hacia Cuba. Esta desafortunada declaración dejó atónita a una derecha que intenta presentarse como democrática, distanciándose de los extremos fascistoides que le hacen competencia.
Tratar de ocultar la verdad es imposible. Los familiares claman por justicia, y muchos aún no han encontrado los cuerpos de sus seres queridos. La impunidad no puede ser una costumbre en ninguna circunstancia. El vencedor jamás debería violar los derechos humanos, porque eso convierte a nuestra sociedad en incivilizada. Fuimos condenados por el mundo.
¿Era realmente inevitable, señora? Atentar contra Bernardo Leighton y Anita Fresno en Roma el 06-10-75. Contra el general Carlos Prats y Sofía Cuthbert en Buenos Aires el 30-09-74. Contra el canciller Orlando Letelier y Ronni Moffit en Washington el 21-09-76. Contra el transportista Mario Fernández en Ovalle el 18-10-84. El valiente opositor, exsenador Jorge Lavandero, sufrió un atentado casi mortal, y Andrés Zaldívar fue expulsado del país, impidiéndole despedirse de su madre antes de su fallecimiento.
Asimismo, Manuel Bustos fue relegado, María Rozas encarcelada, torturada y vejada, mientras que los dirigentes portuarios Guillermo Álvarez, Samuel Núñez, Héctor Rojo y Armando Jiménez fueron torturados y asesinados el 21-09-73 por defender a sus compañeros de trabajo. Los marítimos portuarios no olvidan estas injusticias y las recuerdan cada año.
También fue «inevitable» el asesinato del joven dirigente universitario Mario Martínez R., secuestrado y lanzado al mar por un avión de la FACH, cuyos restos fueron hallados en la playa de Rocas de Santo Domingo.
Duele escuchar que el magnicidio contra el expresidente Eduardo Frei Montalva era inevitable, tras sus dos cirugías en la clínica Santa María, donde los culpables fueron absueltos. Frei era un líder indiscutible en la lucha contra la dictadura, y su eliminación se consideró necesaria.
Sus declaraciones son muy desafortunadas, lo que sugiere una lucha interna, quizás motivada por la desesperación de una campaña presidencial sin rumbo.
El legado del fallecido Papa Francisco nos recuerda que debemos ser capaces de construir puentes y erradicar la maldad que nos consume, solo así lograremos un país en paz. Esta es una misión de la que nadie puede desentenderse.
Con Información de desenfoque.cl