Desde hace décadas, abogo por una Derecha con sentido social, ciudadana y solidaria, alineada con los valores del Humanismo, la democracia y el laicismo republicano. Hablar de una Derecha Social puede parecer utópico para algunos y, para otros, imposible, tanto en la Izquierda como en la propia derecha. Este sector carece de conciencia y no defiende sus logros ideológicos, como la valoración de la libertad y el emprendimiento en todos los ámbitos, la movilidad social basada en el esfuerzo personal, y el reconocimiento ciudadano del orden, el respeto y el progreso.
Ante el colapso de los grandes relatos culturales e ideológicos en la sociedad digital emergente, la crisis de liderazgos políticos y la fragmentación y polarización política, resulta urgente revisar nuestras definiciones doctrinarias. Este entorno representa tanto una amenaza como una oportunidad. Una ciudadanía dinámica muestra una gran movilidad electoral, cruzando fronteras políticas con flexibilidad, dependiendo de la satisfacción o frustración de sus expectativas.
Los electores de la Derecha deben ser conscientes de la crisis política, de nuestra imagen pública y de la percepción de complicidad con el poder económico, así como de la excesiva importancia que se otorga a la propiedad privada en detrimento de bienes públicos como la salud, la educación y la seguridad. Se critica nuestra inclinación hacia la competencia y el escaso compromiso con la equidad y la colaboración. Además, se cuestiona nuestro compromiso con la democracia por parte de aquellos que apoyan dictaduras de Izquierda. Debemos reconocer nuestra falta de atención hacia la cultura y las artes, un bastión estratégico de la Izquierda. Estas cuestiones son importantes en la percepción ciudadana y no pueden ser ignoradas. La división entre las derechas se ve afectada por sectores radicales de extrema derecha, lo que lo vuelve una amenaza en un ambiente polarizado.
Los partidos políticos atraviesan un grave desprestigio y la política enfrenta una anomía evidente, un debilitamiento de valores que demanda reflexión e innovación social. La élite política es cuestionada por priorizar intereses personales o de grupo sobre el bien común. Con miopía, los partidos no abordan la desafección y la deslegitimación. En general, el ámbito público muestra mediocridad, escasa consideración por la probidad, y falta de meritocracia en la gestión pública. Hay una creciente corrupción, nepotismo y privilegios, agravados por la endogamia social, cultural y política. Hemos llegado a una gestión degradante de los fondos públicos.
Las Derechas, en toda su diversidad, deben priorizar la unidad que fomente la gobernabilidad, fortalecer la empatía, mejorar la percepción ciudadana, y comprometerse con la excelencia, el crecimiento económico, la equidad social y la estabilidad política, legitimando así una Derecha Social. Es esencial mantener la vigencia de los principios y valores, mostrando coherencia y consecuencia. Debemos cuidar la independencia política frente a liderazgos comerciales, y fortalecer centros de pensamiento sólidos que equilibren el interés público y privado, formando un sector político moderno y ciudadano, con políticas públicas altamente sociales que busquen una redistribución equitativa de los beneficios del desarrollo. ¡Que así sea!
Carlos Cantero Ojeda. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador enfocado en la adaptabilidad a la Sociedad Digital. Ha sido Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile. Su comunicación dirigirla a: [email protected]
Con Información de desenfoque.cl