Desde su desarrollo a finales de los años 70 por el Departamento de Defensa de EE. UU. y su implementación en 1993 con la primera constelación de 24 satélites, el GPS ha permitido a los militares de todo el mundo localizar con precisión su posición en la superficie del planeta. Esta información resulta crucial para cualquier estrategia militar. Sin embargo, la tecnología avanza, los campos de batalla se vuelven más complejos y el GPS, por sí solo, ya no es suficiente. Afortunadamente, existe una tecnología complementaria que satisface las necesidades del entorno bélico actual: los SIG.