La victoria de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos generó un verdadero impacto político y social, tanto a nivel interno como en las expectativas sobre la política exterior del nuevo presidente en su segundo mandato. En el marco de la percepción general sobre el inminente advenimiento de una época de significativos cambios en el orden geopolítico global y, particularmente, en las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, resulta pertinente revisar el historial de dichas relaciones para intentar desentrañar y entender las claves de su evolución en el futuro cercano.
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