La inteligencia artificial no es solo cosa de películas futuristas o de las leyes de la robótica de Isaac Asimov. La IA está presente en nuestra vida diaria, tomando decisiones por nosotros sin que nos demos cuenta. Desde sugerirnos una serie en Netflix hasta aprobar o rechazar un crédito bancario, la IA tiene un poder que a menudo subestimamos. En Chile, el proyecto de ley busca regular esta tecnología para que sea nuestro aliado y no nuestro jefe, pero los detalles son clave.
La IA puede ser maravillosa y prometedora, como cambiar la forma en que aprendemos o ayudar en descubrimientos científicos. Sin embargo, también conlleva riesgos, como invadir nuestra privacidad o discriminar con sesgos. El proyecto de ley busca que la IA respete los derechos humanos, sea transparente y no discrimine, pero la fiscalización es un desafío complejo.
Regular la IA suena bien en teoría, pero ¿quién se encargará de supervisarla? Los expertos señalan que se necesitan más recursos y capacitación técnica para controlar una tecnología tan compleja. El proyecto propone la creación de «sandboxes» para que las empresas prueben sus sistemas de IA de forma segura, pero es necesario dotarlos de recursos adecuados para que las startups también puedan beneficiarse.
La categoría de «riesgo inaceptable» prohíbe la IA que atente contra los derechos fundamentales de las personas, pero el debate se abre sobre si estas tecnologías podrían utilizarse para mejorar la educación o la salud pública. La ley tiene buenos principios, pero su aplicación dependerá de los recursos, la formación y la infraestructura disponibles.
La IA es un tema que va más allá de la tecnología, es un tema de derechos y de cómo enfrentamos un mundo cada vez más influenciado por las máquinas. La responsabilidad recae en nosotros para decidir cómo queremos que sea nuestro futuro con la IA como aliada o como jefa indiscutible.
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Con Información de pisapapeles.net