Un video generado por inteligencia artificial ha encendido las redes sociales, mostrando a Francisco Orrego como «el hombre de las mil máscaras». El material expone la influencia de sus controvertidas amistades y conexiones políticas, como José Antonio Kast, Marcela Cubillos y Hernán Larraín. La pieza cuestiona la transparencia y los valores democráticos del candidato a la Gobernación de la Región Metropolitana, generando un debate sobre quién realmente gobernaría en caso de que sea electo.
Francisco “Pancho” Orrego, aspirante a la Gobernación de la Región Metropolitana, enfrenta crecientes cuestionamientos sobre quién realmente gobernaría si resulta electo. Su nuevo apodo, «el hombre de las mil máscaras», surge de la incertidumbre en torno a sus verdaderas intenciones y a las influencias de su círculo, compuesto por figuras que representan un riesgo para los valores de democracia, justicia y probidad que exige la región.
Entre sus conexiones más polémicas destaca José Antonio Kast, un político caracterizado por su rigidez ideológica y su rechazo al diálogo. Kast representa una visión de la política en la que no hay espacio para el disenso, pues considera que su verdad es la única válida. Esto plantea serias dudas sobre cómo Orrego podría garantizar una democracia inclusiva y participativa si sus referentes y aliados son figuras que promueven la exclusión y la imposición.
Otra figura controvertida en su red de amistades es Marcela Cubillos, criticada por su falta de transparencia y por manejar recursos públicos como si fueran un botín personal. Las acusaciones de haber convertido las universidades en cajas pagadoras generan serias inquietudes sobre los valores de probidad que Francisco Orrego promete representar.
A esto se suma Hernán Larraín, defensor histórico de Paul Schaefer, el abusador de niños y líder de la tristemente célebre Colonia Dignidad. Además, Larraín ha sido señalado por haber intervenido para salvar a su hijo de enfrentar la justicia, reforzando la idea de que se considera por encima de la ley. Este tipo de alianzas cuestiona profundamente el compromiso de Francisco Orrego con la transparencia y la justicia.
La Región Metropolitana requiere un liderazgo que promueva el equilibrio, la probidad y la justicia territorial, valores que, según sus críticos, Francisco Orrego no encarna. Su cercanía con figuras intransigentes, opacas y alejadas de los principios democráticos representa un peligro para el futuro de la región. Gobernar no es un acto de máscaras ni de intereses personales; es un compromiso con la ciudadanía y sus demandas de un gobierno justo y transparente.