Vivianne Alfaro Hernández. Directora Ejecutiva (S), Servicio Local de Educación Pública Maule Costa.
Las escuelas y liceos son lugares fundamentales para una educación integral, donde los estudiantes deben poder desarrollar todas sus habilidades. Es crucial que todos, sin importar su situación o características, aprendan y se sientan felices en un ambiente seguro, libre de violencia y discriminación y donde se les trate con dignidad. Un ambiente de respeto y buen trato promueve la convivencia positiva y es la base para un aprendizaje efectivo.
El ámbito educativo debe estar impulsado por líderes transformadores y participativos, centrados en el bienestar, que fomenten la inclusión y la colaboración. Esto implica tomar decisiones estratégicas que favorezcan el desarrollo del entorno escolar, la creación de un clima positivo y la mejora continua de la enseñanza y el aprendizaje. La complejidad del contexto escolar requiere un esfuerzo conjunto, donde se valore el trabajo en equipo, la escucha activa, la reflexión y el apoyo a cada miembro de la comunidad educativa.
En este sentido, el liderazgo debe promover nuevamente la participación y colaboración, generando un ambiente de cuidado, inclusividad y diversidad, además de fomentar la formación ciudadana y la creatividad.
Por otro lado, tanto el aprendizaje como la estructura institucional se presentan como herramientas educativas esenciales. Además de transmitir conocimientos, las comunidades educativas deben cultivar habilidades socioemocionales, prevenir la violencia y salvaguardar la salud mental de los estudiantes. Ante los desafíos del siglo XXI, como la incorporación de nuevas tecnologías, la globalización cultural, las crisis sociales y ambientales, y situaciones críticas como la pandemia del COVID-19, la necesidad de una comunidad educativa inclusiva y colaborativa es más urgente que nunca.
Para lograr un aprendizaje integral en el entorno escolar, es vital que las experiencias educativas sean significativas y estén relacionadas con la realidad de los estudiantes, permitiéndoles progresar de manera positiva en su trayectoria educativa. Este enfoque abarca no solo el desarrollo académico, sino también el fortalecimiento de habilidades personales y sociales en cada alumno. Las escuelas deben ser lugares de acogida, apoyo y aprendizaje sobre la vida y la sociedad, libres de prejuicios y estereotipos, donde cada estudiante se sienta respetado y valorado.
La promoción del desarrollo emocional, la convivencia educativa y una cultura de paz en las aulas es más importante que nunca. Desde el Informe Delors en 1994, que nos desafió a «educar para toda la vida» basándose en los pilares de aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser, debemos seguir trabajando hacia una educación que no solo enseñe conocimientos académicos, sino que también forme ciudadanos responsables y conscientes.
La convivencia educativa no solo genera buenos estudiantes, sino también mejores ciudadanos; es nuestra tarea asegurar que cada escuela sea un espacio de respeto y crecimiento para todos.
Con Información de chilelindo.org