Las interrogantes de difícil resolución suelen causar contratiempos.

Por: Marcelo Trivelli Oyarzún.

Presidente de la Fundación Semilla.

Desde pequeños, nos han enseñado a evitar hacer preguntas o a responderlas, ya que las interrogantes complicadas suelen tener consecuencias negativas. Este es uno de los obstáculos que heredamos de los modelos educativos de los siglos XIX y XX.

El valor de formular preguntas es incalculable. Preguntar es el resultado directo de la curiosidad y la búsqueda de la verdad. Abordar preguntas desafiantes pone en tela de juicio el statu quo y los prejuicios, impulsa la innovación y el cambio, fomenta el pensamiento crítico y apoya los procesos de adaptación.

Aquellos que abordan los cuestionamientos de manera seria y rigurosa dejan atrás la comodidad de una realidad inalterable, alcanzando nuevos niveles de conocimiento y crecimiento personal, mientras que quienes optan por el conservadurismo permanecen en una zona de confort, argumentando que siempre ha sido así o que es parte de un designio divino.

En las relaciones humanas y en la política, las preguntas que buscan la verdad pueden resultar incómodas y desestabilizadoras; sin embargo, son fundamentales para la democracia y representan una forma efectiva de respetar los derechos humanos. En contraste, en aquellas sociedades donde se impone una “verdad oficial” inquebrantable, proliferan la opresión, la corrupción y los abusos de poder.

Recientemente, el Presidente Boric, en una conferencia de prensa relacionada con el caso Monsalve, rompió con los esquemas tradicionales al permitir que los periodistas formularan numerosas preguntas, y se tomó el tiempo necesario para responderlas. Ante la crisis, el presidente no contaba con toda la información del caso, pero valientemente decidió enfrentar la situación sin evitar las interrogantes difíciles, a pesar de que esto le podría acarrear problemas.

Y no se equivocó. El presidente fue criticado tanto por sus opositores como por sus seguidores, pero estableció un nuevo estándar: dialogar con la ciudadanía a través de la prensa, reemplazando los monólogos que normalmente se publican en redes sociales. Ahora queda por ver si alguien más seguirá su ejemplo.

Nadie tiene todas las respuestas y reconocerlo es un acto de humildad y honestidad. Es común que en el intercambio de preguntas y respuestas surjan más dudas que certezas, y ahí radica la riqueza de la dialéctica, cuya raíz se encuentra en los grandes filósofos griegos.

Hoy en día, en el ámbito educativo, contamos con una ventaja significativa. La mayor parte de la información está a un “clic” de distancia, siempre que se esté en condiciones de formular correctamente las preguntas, y aquí es donde el papel del docente se vuelve crucial. Necesitamos educadores que acompañen en la formulación de preguntas, en lugar de ser simplemente un repositorio de respuestas.

Con Información de chilelindo.org

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