El origen de la palabra «bruja» tiene raíces diferentes a lo que conocemos hoy. En latín, «sorcerus» designaba a alguien que practicaba magia, mientras que en español se asociaba más con la idea de una «mujer sabia». Durante la Edad Media en Europa, estas mujeres, conocidas como «cunning folk», eran apreciadas por su conocimiento en botánica y uso de hierbas medicinales.
Sin embargo, su posición era frágil; si un remedio fallaba o surgían conflictos, pronto eran acusadas de brujería. A pesar de su sabiduría en medicina y naturaleza, el cristianismo primitivo las demonizó, alegando que hacían pactos con el diablo por habilidades sobrenaturales.
La caza de brujas alcanzó su punto álgido entre los siglos XVI y XVII en Europa, resultando en la acusación de entre 60,000 y 100,000 personas, de las cuales unas 40,000 fueron ejecutadas, principalmente mediante la quema en la hoguera. También se aplicaban torturas crueles y pruebas inhumanas para confirmar la culpabilidad.
Los juicios de brujas en Salem en 1692 son un ejemplo escalofriante de esta persecución. Dos jóvenes yuxtapuestas mostraron comportamientos peculiarmente extraños, lo que llevó a acusaciones desenfrenadas en la comunidad. Esto culminó en la ejecución de varias personas, antes de que el pánico cesara en 1693.
Desde entonces, la representación de las brujas ha evolucionado de ser temidas y perseguidas a convertirse en símbolos de Halloween, fascinando a generaciones. En la cultura popular actual, las brujas son retratadas como personajes empoderados y complejos en películas, programas de televisión y literatura, explorando su complejidad en la narrativa contemporánea.
Con Información de chilelindo.org