Día del saneamiento: La importancia de trabajar juntos para abordar las desigualdades.

Escribe Cristian Vergara Castillo, Gerente General Essbio.

En las áreas urbanas de Chile, disfrutamos de niveles de cobertura de agua potable y saneamiento que superan incluso los de muchos países desarrollados. Esto ha contribuido significativamente a que enfermedades como el tifus y el cólera ya no representen un peligro para la calidad de vida de la población, permitiéndonos también generar cultivos de alta calidad e higiene para satisfacer los estándares de mercados internacionales exigentes.

El progreso en el saneamiento de aguas servidas en Chile, a través del uso de retretes higiénicos y privados conectados a un sistema eficiente de transporte y tratamiento de aguas residuales, no solo ha impulsado el desarrollo económico y urbano, sino que también ha mejorado las condiciones ambientales y de salud de la población, transformando nuestras vidas de manera fundamental.

No todas las generaciones actuales pueden recordar su infancia con un baño privado en su hogar. Ha sido un largo camino recorrer durante el siglo XX para establecer una red de saneamiento en Chile como la que tenemos hoy. Sin embargo, a nivel mundial, este proceso tomó tres veces más tiempo que el que nosotros requerimos para lograrlo.

Sin duda, esta es una historia de éxito de la que debemos sentirnos orgullosos como nación. Es el resultado de objetivos a largo plazo, políticas públicas ambiciosas y razonables enfocadas en el bien común, así como de la capacidad técnica y humana adecuada y la participación del sector privado, que ha adquirido conocimientos y habilidades expertas para alcanzar dichos objetivos de manera eficaz.

Sin embargo, este éxito se limita principalmente a las zonas urbanas, y es inaceptable que, para el año 2024, aún existan compatriotas en áreas rurales que queden excluidos de estos avances y que no tengan acceso a un saneamiento adecuado. En localidades rurales de Biobío, Ñuble, Maule y O’Higgins, hay niños que pueden asistir a la escuela, pero no cuentan con un baño seguro como el que tendrían si vivieran en un entorno urbano. También hay adultos mayores que, lamentablemente, han vivido toda su vida sin poder acceder a este estándar básico de calidad de vida, tal vez con la esperanza de que algún día lo logren.

En términos globales, estamos lejos de alcanzar el objetivo de saneamiento gestionado de manera segura para todos para el 2030, una de las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS). Sin embargo, en nuestro país, este objetivo es alcanzable si nos comprometemos a realizar una transformación decidida, respaldada por todos los que podemos hacer una diferencia.

Como expertos en el campo, consideramos que el modelo actual de las zonas urbanas debe seguir fortaleciéndose, ya que es a través de este modelo y trabajo conjunto con todos los actores involucrados que podremos reducir la desigualdad en el acceso al saneamiento en las zonas rurales.

Estamos ante la oportunidad de una nueva colaboración público-privada, esta vez con más capacidades y recursos disponibles. Y, sobre todo, con una mayor necesidad de unir esfuerzos por un objetivo común que nos ayudará a mejorar nuestra convivencia.

Con Información de chilelindo.org

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